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LA OFENSIVA TERRORISTA

El año con más asesinatos terroristas desde las detenciones de Bidart en 1992

El sexto funcionario de prisiones, el que hace el número 16 este año y el tercero en Vitoria, el 26 por el procedimiento de la bomba lapa... Absurdas matemáticas para echar cuentas con el terror, guarismos para referirse a un hombre que fue asesinado ayer. La de Máximo Casado es la tercera familia que pierde este mes a un pariente a manos de los criminales de ETA, que han convertido ya éste en su año más sangriento desde 1992. El año de los Juegos Olímpicos de Barcelona y de la caída de la cúpula terrorista en la localidad vascofrancesa de Bidart fueron 26 los muertos a manos de los etarras. Sólo en 1996 y 1998 la cifra de atentados mortales bajó de la decena, con cinco y seis asesinatos respectivamente. El pasado fue el único año sin muertos a manos de los etarras desde 1968. Habían declarado una tregua.

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Desde que el pasado enero la organización terrorista inaugurase una nueva cadena de asesinatos tras un alto el fuego de 14 meses, ETA ha intentado matar en siete ocasiones mediante la colocación de un artefacto en un vehículo. Sólo lo consiguieron en Sallent de Gállego (Huesca), donde el 20 de agosto hicieron saltar por los aires el todoterreno de la Guardia Civil y lograron acabar con la vida de dos agentes. Se llamaban Irene Fernández y José Ángel de Jesús Encinas.

Otras seis veces los artefactos explosivos fueron desactivados o no explotaron por defectos de fabricación. Los pasados días 7, 8 y 9 de este mes tres militares se salvaron de morir a causa de sendas bombas que los terroristas habían colocado en sus coches con los nombres de etarras fallecidos el pasado mes de agosto al estallar los explosivos que transportaban en un coche en Bilbao.

Al empresario guipuzcoano Juan Bautista Rubio, al vicesecretario del PSOE andaluz, José Asenjo, y al concejal del PP en Abadiño Agustín Ramos también les intentaron matar en julio de ese modo. Un procedimiento que, junto con el coche bomba, implica menos riesgo para los criminales ya que les da más tiempo para huir que si deciden utilizar las pistolas, como sucedió la semana pasada cuando asesinaron a Antonio Muñoz Cariñanos en su consulta médica en pleno centro de Sevilla. Dos etarras fueron detenidos poco después.

Desde 1983 ETA ha cometido treinta atentados con bombas lapa que destrozaron a un total de 26 personas, la mayoría policías, guardias civiles y militares.

Además, esas acciones criminales provocaron mutilaciones y otras heridas a decenas de personas, entre ellas Irene Villa, que perdió las dos piernas siendo una chiquilla al estallar en Madrid una bomba lapa adosada al coche de su madre, una funcionaria del Ministerio del Interior, en 1991.

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