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Historia tejida en seda y plata

El patrimonio artístico madrileño atesora, calladamente, una plétora de colecciones nutridas por miles de joyas singulares. De belleza evidente, suelen ser muy desconocidas por el gran público. Las joyas se hallan reunidas en el Palacio Real, en los conventos de las Descalzas Reales, Santa Isabel y de la Encarnación, así como en la sacristía del monasterio y en las casitas principescas de El Escorial, más la Casita del Labrador de Aranjuez. No se trata de piedras preciosas, ni de pinturas, ni de tallas esculturales. Pero muestran el brillo deslumbrante de las gemas, la policromía de los lienzos y la entereza de las obras de arte esculpidas con cincel: son miles de piezas de tejidos suntuarios, urdimbres y tramas ornamentales, empleadas como ropajes civiles o litúrgicos y decoraciones murales.Acumulan siglos de existencia y conservan una rara belleza que el tiempo no ha conseguido erosionar. Su riqueza incorpora la inspiración de ornamentaciones de mil formas, tamaños e imaginaciones, hechas a base de sedas nobles y metales preciosos, oro y plata, señaladamente plata sobredorada, que se despliega en miles de motivos sacros o exóticos, de impronta oriental, particularmente persa. Todos los estilos se ven estampados sobre el elemento común que vincula a la mayor parte de estos textiles ornamentales: la seda. Para el examen de estas colecciones ubérrimas, 30 especialistas europeos, procedentes de Suiza, Alemania, Francia e Italia, se han reunido esta semana en Madrid con sus colegas españoles de Patrimonio Nacional. Entre todos, han conseguido resolver uno de los principales enigmas que les impedía discernir y catalogar la procedencia de buena parte de estas joyas tejidas. En El Escorial, en los palacios y conventos de Madrid, los reunidos han examinado con cuentahilos unas cuarenta piezas, casullas, dalmáticas y atuendos de confección diversa que ellos denominan tejidos labrados, damascos y lampás. El conjunto compone lo que ellos llaman sedas bizarras, correspondientes a las últimas décadas del siglo XVII y a las tres primeras del siglo XVIII. Son quizá los más fascinantes de los casi 10.000 textiles ornamentales que Madrid cobija. Tras el cotejo de sus dictámenes, los especialistas han llegado a identificar una técnica netamente española de producción de estas obras de arte, así como una pequeña cuota de otras que fueron allegadas tras su importación de Italia y de Francia.

"Es algo extraordinario", dice Pilar Benito, especialista y conservadora de Patrimonio Nacional del Palacio Real de Madrid. "Ahora ya sabremos distinguir la manera con la que trabajaban hace tres siglos los centros textiles españoles, a diferencia de los franceses e italianos. A partir de ahora", añade, "todo será más fácil".

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