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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un mal papel

Joseph Estrada, ex actor de cine, aseguró hace un par de años que la presidencia filipina sería el papel de su vida. Los hechos prueban que se equivocó. El archipiélago asiático compite con Indonesia por la peor situación económica de la región, los resultados de la vasta operación militar contra los separatistas musulmanes en Joló distan de ser los esperados y la popularidad de Estrada no deja de descender. La guinda de su descrédito ha llegado con el testimonio de un gobernador provincial que le acusa de haber recibido unos 1.500 millones de pesetas de la mafia que controla el juego ilegal. La oposición acaba de iniciar los trámites parlamentarios para destituirle por corrupción, en el primer proceso de esta naturaleza desde que Filipinas recobrara la democracia en 1986.El impeachment de Estrada, cuyos aliados controlan las dos cámaras del Parlamento, parecía improbable hasta hace muy poco. Pero todo ha cambiado tras desertar de su Gobierno la popular vicepresidenta del país, Gloria Macapagal, y los pronunciamientos encadenados contra Estrada de los ex presidentes Corazón Aquino y Fidel Ramos y el cardenal Jaime Sin, jefe de la Iglesia católica. El partido de Macapagal y otras dos formaciones menores han formado frente común y elaboran una agenda de Gobierno alternativa. Influyentes asociaciones empresariales y grupos civiles se han sumado a la voz de la calle para pedir el abandono inmediato del presidente populista, al que quedan cuatro años de mandato.

La percepción mayoritaria entre los filipinos de la venalidad del jefe del Estado sería probablemente menos decisiva si el subdesarrollado país asiático no se encontrara en una situación económica crítica. El peso está en mínimos históricos respecto del dólar y la bolsa en su peor nivel en dos años. El déficit se ha disparado y la confianza de los inversores extranjeros comienza a desplomarse, ayudada por la situación política y la consiguiente rebaja de la calificación de Filipinas por las agencias especializadas. Es más fácil que el asediado Estrada sobreviva al largo y complejo procedimiento de destitución iniciado que a las consecuencias sociales de la galopante crisis que cabalga.

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