El presidente filipino busca el apoyo de los pobres para evitar su dimisión
El presidente filipino, Joseph Estrada, acusado de recibir millones de dólares en sobornos de manos de los jefes del juego, recurrió ayer a los poblados más pobres de Manila para reivindicar su inocencia y evitar su dimisión. "No, no", gritaba una multitud de familias sin hogar en los barrios más pobres, donde está el electorado del presidente, cuando él les preguntaba: "¿Queréis que os deje, queréis que dimita?". Estrada, cuyo proceso de destitución ha iniciado la oposición filipina, ha negado que recibiera sobornos y rechaza dimitir.
Un gobernador provincial ha asegurado que el presidente cobró 8,7 millones de dólares en sobornos de la industria del juego. Ayer, el presidente ordenó el cierre inmediato de los locales estatales de bingo y otros juegos.El clero católico ha apelado a la dimisión de Estrada y se opone a la participación del Estado en el negocio del juego. La bolsa filipina cerró con pérdidas debido a esta situación (se obtuvo el valor más bajo del índice Phisix de Manila en dos años) y el peso se mantuvo estable, a la espera del desarrollo de los acontecimientos.
La vicepresidenta del país, Gloria Macapagal-Arroyo, declaró que los partidos de la oposición deben presentar un plan alternativo para reavivar la economía. "Lo principal es restaurar la confianza civil y en los negocios", declaró Macapagal-Arroyo, que no quiso dar su opinión sobre los llamamientos a la dimisión del presidente. "Prefiero no contestar a preguntas sobre su destitución o dimisión", dijo. "Es por delicadeza... Estoy en la línea de sucesión".
La vicepresidenta explicó que desconoce cuándo se resolverá la crisis, pero destacó que la actual situación "impedirá a la Administración de Estrada gobernar el país con eficacia", informa Efe.Macapagal-Arroyo agregó que miembros de su partido, Lakas, se entrevistarán con los dirigentes de la oposición para la posible creación de un secretariado común y un grupo consultivo técnico que debe ayudar a la elaboración de un programa alternativo de gobierno para restablecer la confianza en el país.
El diputado opositor Joker Arroyo (sin relación con la vicepresidenta) apeló al presidente de la Cámara baja, Manuel Villar, para que acelere el proceso de destitución ante la amenaza de que las protestas callejeras releguen al Congreso a un segundo plano. "La Cámara debe seguir adelante con el proceso de destitución de una vez, antes de que pierda su credibilidad ante el poderoso movimiento de protesta", dijo el diputado Arroyo.
La Constitución filipina establece que la Cámara baja debe aprobar primero los cargos de la destitución antes de que el presidente pueda ser juzgado por el Senado, el órgano con poderes para expulsarle. La coalición de gobierno de Estrada tiene suficiente control en el Congreso como para apoyarle mayoritariamente ante cualquier movimiento por su destitución. Las sesiones podrían tardar meses.
La vicepresidenta, del partido opositor Lakas, rompió con Estrada la semana pasada y dimitió como ministra de Bienestar Social. Sería la sustituta del presidente en caso de destitución. Estrada ha empezado a buscar apoyo de otros diputados. La iglesia, los estudiantes, sindicatos y asociaciones han empezado protestas diarias para pedir la dimisión de Estrada. Son pequeñas comparadas con los cuatro días que derribaron la dictadura de Ferdinand Marcos en 1986. Ante las acusaciones contra Estrada, 41 miembros de la Cámara baja y 12 organizaciones presentaron el miércoles una petición para iniciar una moción de censura.
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