Nuevos retos
Uno de los retos que en el marco de la Unión Europea tiene planteado la economía valenciana es el tema de la globalización. O globalidad, término éste cada vez más utilizado, según se avanza en el proceso.Pensando que no se trata sino de una referencia espacial, o un mayor grado de internacionalización, como dijo Diego Hidalgo, en la presentación de su libro sobre Europa, en la Fundación Etnor, es bien cierto que el recurso a un mercado más amplio, tiene normalmente determinadas exigencias, tales como idioma, conocimiento de los hábitos, o facilidad en las comunicaciones, sin alterar con todo ello la modalidad de venta.
Así pues, en una sociedad cada vez más globalizada la acepción exportación resultará cada vez más excepcional. Sin llegar a este extremo, al que se tiende, los ciudadanos valencianos en las ventas que realizan dentro de la Unión Europea a partir de 1993, tras el periodo transitorio de la adhesión, se encuentran con unas condiciones generales análogas a las de sus ventas en España, y las dificultades específicas pueden serlo mayores en las ventas a Galicia o Canarias, que al Rosellón o Cerdeña.
También sobre los sistemas sociales europeos, tiene sus efectos, y así, Javier de Lucas, en el prólogo del libro sobre globalización, editado con motivo del curso impartido por el profesor Sami Naïr en la cátedra Cañada Blanch de Pensamiento Contemporáneo de la Universidad de Valencia, afirma, que lo verdaderamente urgente es situarse ante una nueva perspectiva, redefiniendo el vínculo social, mediante la transformación del concepto de ciudadano como elemento de cohesión.
Volviendo al tema anterior, y para reducir más, si cabe, el término exportación, se observa un notable incremento de las inversiones transnacionales, y la apertura de los mercados exteriores no sólo pasa por las exigencias del producto, sino por el establecimiento de redes comerciales y, en determinados sectores, por la propia localización industrial, pensando en la obtención de materias primas, elaboración del producto, o acabado del mismo en condiciones de mercado.
Además en todo ello, no será indiferente la tecnología aplicada, y la investigación más desarrollo llevada a cabo en busca de nuevas innovaciones. A este respecto las infraestructuras en materia de centros de formación e innovación, y también los institutos tecnológicos, son la base firme sobre las que se asientan sólidos proyectos de futuro, de manera análoga a como las infraestructuras para el transporte y las comunicaciones han jugado un papel decisivo, aun cuando difícilmente evaluable, en el desarrollo de la exportación actual.
En estos momentos pues, la globalidad nos obliga, para consolidar nuestros sectores tradicionales, a incrementar el valor añadido de los mismos, con atención constante hacia la innovación en todas las áreas o, dicho de manera más pretenciosa, revolución en la organización, como ha señalado David Kearns, desde su óptica gerencial, con base en los programas de calidad, contando para ello con el apoyo del sector público en el campo de las infraestructuras básicas.
Alejandro Mañes es gerente de la Fundación General de la Universidad de Valencia.
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