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Reportaje:

El barrio olvidado de Chamartín

Quince familias viven abandonadas por el Ayuntamiento en el ensanche más apetitoso de la capital

Todo es especial en estas dos calles. Empezando por el nombre de una de ellas. "Se llama Manuel Ferreno porque así se llamaba un tipo que levantó aquí una casa en los años veinte. Y colocó un cartel. No era ni escritor ni músico ni nada; sólo uno que vivía ahí", explica Alfonso Fernández, de 60 años, cuya casa está en el número 6 de Manuel Ferreno. Ésta y la calle de Rodríguez Jaén conforman una manzana que cae de lleno en la Operación Chamartín, un proyecto urbanístico empantanado durante ocho años y que prevé revolucionar el norte de la ciudad. En las dos calles viven 15 vecinos condenados a que por las puertas de sus casas no pasen los barrenderos, a que no se construyan aceras y que muchas viviendas se desmoronen de puro viejas, porque no está permitido acometer reformas. Cuando estos vecinos leen en los periódicos o ven en la televisión los planes de la Operación Chamartín comprueban que sus calles (y sus casas) caen dentro de la zona y que, en buena lógica, deberán ser expropiados. Se enteran entonces de que sus viviendas desaparecerán para dejar paso al proyecto del arquitecto Ricardo Bofill, que pretende techar el haz de vías de la estación ferroviaria y prolongar el paseo de la Castellana más de tres kilómetros, hasta alcanzar la M-40.Este megaproyecto se encuentra empantanado por la falta de entendimiento entre las diferentes administraciones que lo dirigen (Ayuntamiento, Comunidad y Ministerio de Fomento, todos con gestores del PP). La manzana delimitada por estas dos calles no es la única de propiedad privada afectada. Entre la M-30 y la M-40 hay una sucesión de industrias, pequeños talleres, fábricas y terrenos baldíos que también se inscriben en el perímetro elegido por los técnicos para la reforma urbanística. Según los datos de Luis Rodríguez-Avial, gerente del Consorcio de la Operación Chamartín, el 18% de los tres millones de metros cuadrados a los que afecta este proyecto están en manos de privados con los que habrá que negociar. Todos aguardan a que la Administración pública se ponga de acuerdo con ella misma para empezar la gran obra que modificará para siempre sus vidas. Mientras tanto, esperan.

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Esta isla cuenta con un supermercado, un bar que hace esquina, una droguería y una veintena de chalés, construidos la mayoría antes de 1950. Sólo algunos de estos chalés se mantienen en pie. Según explican los vecinos, la calle es privada, es decir, los terrenos en los que se asienta no pertenecen al Ayuntamiento, sino a particulares y herederos difíciles de encontrar. Por eso, el municipio ni las barre, ni pone alcantarillas ni pone aceras. Muchos de los antiguos vecinos se han marchado, hartos de que no les permitan reformar sus casas, dejando que éstas se hundan definitivamente. Ahora no pasan de montón de escombros y refugio de indigentes y okupas. La mujer de Alfonso Fernández, que junto a su marido lleva más de 30 años viviendo en un edificio muy cuidado de tres plantas, definió la situación urbanística con una frase: "Esto es tierra de nadie". Esta pareja lleva toda su vida sin saber qué es lo que va a pasar con la calle en la que viven. "Desde que llegamos aquí, venimos oyendo que esto es carne de expropiación, pero aquí nunca ha venido nadie a decirnos qué pasa. Yo tampoco estoy en contra de irme, pero claro, me tienen que indemnizar. No vivimos en una chabola", explica.

No todos los vecinos de esta manzana son tan pacíficos. Carmen Inda, de 60 años, propietaria de un chalé con patio en el número 4 de la calle de Manuel Ferreno aseguró el jueves que "ni con todo el dinero del mundo" la sacarán de ahí. "Ni muerta me voy", afirmó. Ella sí ha tenido algún contacto con los responsables de la Operación Chamartín: "Una vez me llamó uno de los representantes de los gestores y me dijo que si quería ver lo bonito que iba a quedar todo. Le contesté que si no le apetecía que fuéramos a la casa de su madre a ver si quedaba bonita después de tirarla".

Margarita Botija, de 61 años, otra de las vecinas, ha bombardeado a jueces, administraciones y medios de comunicación con reclamaciones sobre la ilegalidad del macroproyecto. "Pueden expropiar para un bien público. Pero nunca para especular con los terrenos como ellos quieren a base de construir pisos. Eso es ilegal. Y yo no me voy de aquí", dice.

Rodríguez-Avial reconoce que aún no tiene claro el destino ni de las viviendas de los 15 vecinos de la calle de Manuel Ferreno ni del resto de los suelos de propiedad privada. "No se sabe qué pasará con la Operación Chamartín. Lamento no poder ofrecer a estos vecinos otra respuesta. Pero les aseguro que se negociará con ellos", explica. El diputado socialista Juan Manuel Franco considera que los vecinos de los chalés de la calle de Manuel Ferreno "tienen derecho a quedarse ahí si así lo desean". "La Operación Chamartín no se resentirá. Además, la operación en sí, a la que el PSOE no se opone porque supondrá un beneficio para el barrio, está estancada en un fango creado por amiguismo, incompetencia y confusión, ya que nadie del PP sabe todavía qué se va a hacer o cuándo".

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Uno de los vecinos coincide en lo del estancamiento: "Hace 30 años que oigo que nos echan. Pasarán otros 30 y seguiré oyéndolo. Me juego lo que sea".

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