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Embriones universitarios

A medida que el sistema educativo está peor y más enfermo, se crea una mayor cantidad de universidades a lo largo y ancho del país. Durante años no pude entender la razón de este extraño fenómeno, hasta que las noticias sobre ingeniería genética fueron encendiendo un lucecita en mi torpe cerebro. Los últimos casos de la prensa han confirmado mis sospechas. Se trata de producir embriones de universidad, con la esperanza de que alguna brote sin las taras genéticas ni los pecados originales que padecen las ya existentes.Que el sistema está muy enfermo, es un diagnóstico bastante general. Me limitaré a señalar algunos signos aberrantes, casi apocalípticos. Hace días una alumna protestó, ante todo tipo de instancias y autoridades, porque le habían aprobado un curso sin haber superado ninguna de las asignaturas, perjudicando así el desarrollo de sus estudios. Un alumno que denuncia aprobar sin merecerlo, es un signo casi peor que la lluvia ácida sobre el sistema educativo. Pero esto no es todo, porque una encuesta acaba de revelar que los alumnos piden que se les aplique más disciplina. Esto produce más miedo que los pája-ros de Hitchcock.

El año pasado nos escandalizábamos aquí porque se inauguraba el curso escolar en un centro privado, y exageramos diciendo que por ese camino terminaríamos abriendo el año académico en universidades privadas. Pues se acaba de intentar este curso en Cataluña y terminó en bronca rectoral. Unos Rectores, por otro lado, que defienden la urgente necesidad de una reforma de la ley para evitar el deterioro de la institución, pero que prefieren aplazarla para no enfrentarse al Pleno del Parlamento visto lo que pasó con las matrículas de los coches. Prefieren el desgaste de generaciones enteras de alumnos y profesores antes de que les lleve la contraria un Parlamento.

Y en este mes, casi siempre se agrava la enfermedad. Los Rectores hablan para empezar la cosa, y algunos se confunden haciendo un balance de gestión como si fueran Presidentes de Comunidad o por identificación con ellos. Otros critican a los liberales de ahora, otra vez contra los nuevos liberales, pero hoy con pie de imprenta. O ignoran la existencia de lo que actualmente se llama acoso moral, porque existen profesores obligados a rellenar instancias para conseguir sellos de correos; o mantienen en sus plantillas a antiguos profesores adjuntos, desde hace más de veinte años, mientras florecen hábiles catedráticos de última hora.

La solución consiste en crear muchas universidades embrionarias y analizar convenientemente el cordón umbilical que todas poseen, como es sabido, con algún partido político, grupo religioso o similar. ¿Quién ignora, por ejemplo, el cordón umbilical de la Carlos III de Madrid o de la Miguel Hernández de Elche? Si todo va bien, las células madres serán transplantadas a otras que están enfermas y el milagro se producirá.

Claro que siempre queda la duda, el folletín ético. ¿Es lícito producir embriones con esta finalidad, convirtiendo en monstruos de la cultura a muchos de ellos? La verdad, tengo escrúpulos y no estoy capacitado para contestar, pero doctores tiene la Iglesia.

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