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El brote de hepatitis de Figueres partió de un paciente por un fallo de control

El brote de hepatitis C que ha afectado al menos a 12 personas que acudieron el pasado 4 de junio al servicio de urgencias del hospital de Figueres partió, casi con toda seguridad, de uno de los pacientes que fueron aquel mismo día al centro hospitalario, según informan fuentes médicas. Mientras Sanidad espera los resultados de la investigación abierta para aclarar el suceso, que tardarán aún algunos días, la Inspección de Trabajo ha aceptado la demanda presentada por los trabajadores e investiga la actuación del hospital en este suceso.

Denuncia aceptada

La hipótesis más probable que cree el personal sanitario del hospital es que el virus partió de "un pinchazo equivocado" con una aguja que, después de inyectar algún medicamento a un enfermo con hepatitis, volvió a ser usada para sacar suero de unas grandes ampollas que se renuevan cada 24 horas. El contenido de una ampolla podría haber quedado contaminado y esparcir el virus a los demás usuarios por vía intravenosa. La infección duró hasta que se agotó el suero. El hecho de que los contagiados fueran atendidos en unos determinados boxes del servicio de urgencias y en una franja horaria muy acotada, de 14 horas, abonan esta hipótesis.

Fuentes del Departamento de Sanidad de la Generalitat informaron ayer de que continúa la investigación sobre el caso, aunque hasta dentro de 10 o 12 días no se podrá llegar a unos resultados concluyentes. En caso de que Sanidad confirme la sospecha de que el contagio se realizó a través del mismo suero a partir de uno de los pacientes, el contagio tendría su origen en una mala praxis médica.

Fuentes médicas informaron ayer de la dificultad que entraña la investigación de un caso de infección de hepatitis C tan localizado en el tiempo y que no fue detectado hasta un mes después, cuando resultaba muy difícil reproducir los hechos ocurridos el día del contagio.

Ningún trabajador del centro hospitalario de Figueres ha sido sometido a análisis desde que se hizo público el contagio ocurrido en el hospital, que fue ocultado a los representantes sindicales y a la mayoría de los trabajadores. Ningún empleado sanitario declaró haber sufrido un pinchazo accidental en las fechas próximas al contagio. En tal caso, existe un protocolo que obliga al afectado a someterse a determinados análisis para comprobar que no le ha sido contagiada ninguna enfermedad.

Por otra parte, fuentes de la Inspección de Trabajo de la Generalitat en Girona confirmaron ayer que la denuncia interpuesta por el comité de empresa del hospital, que no fue alertado del contagio, ha sido aceptada a trámite y se ha abierto una investigación. No obstante, desde la Inspección de Trabajo se guarda un mutismo absoluto acerca de si el hospital puede recibir alguna sanción. La ley de prevención de riesgos laborales obliga a las empresas a comunicar los casos que entrañan peligro para algún trabajador. Los representantes de los empleados del hospital de Figueres sostienen que no fue hasta que la investigación del caso estuvo muy avanzada que se constató que la infección no podía afectar a los trabajadores de urgencias.

Médicos consultados ayer lamentaron que el caso no haya merecido una rotunda exigencia de responsabilidades por parte de los partidos de la oposición, como ha sucedido en casos de menor entidad en los que se han visto implicados centros sanitarios que dependen del Departamento de Sanidad.

Las mismas fuentes concluyen que en esta ocasión el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) no ha sido muy combativo porque la junta del patronato del hospital está presidida por el alcalde socialista de Figueres, Joan Armangué.

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