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Las universidades andaluzas amplían su oferta de cursos de posgrado a 8.000 plazas este año Másters y títulos de experto florecen para completar la formación profesional de los alumnos

Javier Arroyo

Las universidades han apostado en la última década por mantener alumnos en sus aulas más allá de la licenciatura o la diplomatura y, sobre todo, por ajustar sus enseñanzas a las necesidades del mundo profesional. Los cursos de posgrado, expertos y especialistas, más flexibles y prácticos que las carreras universitarias, aumentan cada curso. Este año, las nueve universidades andaluzas ofrecen algo más de 8.000 plazas para que los licenciados o diplomados amolden su preparación a la demanda de las empresas. Eso supone un 45% más que los 5.500 estudiantes matriculados en estos estudios en el curso 1998/99.

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Algo más de 30.000 universitarios consiguen sus títulos cada año. Una vez superado el penoso trámite de encontrar un trabajo relacionado con los estudios realizados, la adaptación al nuevo empleo es complicada y, a veces, frustrante. No es fácil asimilar que gran parte de las cosas que se han aprendido hay que archivarlas y apresurarse a aprender lo que verdaderamente se necesita para el recién estrenado empleo. Para paliar ese choque y para que el estudiante acceda a áreas muy concretas de conocimientos, de difícil encaje en una carrera al uso, las universidades han apostado por las estudios propios de posgrado. El vicerrector de Ordenación Académica de la Universidad de Sevilla, Francisco Manuel Martínez, cree que la "masificación de la universidad ha puesto en el mercado a muchos ingenieros, arquitectos y licenciados que, en realidad, necesitan un complemento de formación para capacitarse profesionalmente". En ese cajón de títulos propios caben másters (más de 500 horas de enseñanza), cursos de expertos y de especialista (entre 200 y 500 horas lectivas), y hasta cursos de perfeccionamiento o de formación complementaria de apenas 30 y 40 horas de clase.

La posibilidad de establecer enseñanzas propias tiene poco menos de dos décadas. En 1983, la Ley de Reforma Universitaria (LRU) abrió la puerta para que, junto a las carreras y títulos oficiales de validez general -cuyas directrices establece el Gobierno a propuesta del Consejo de Universidades-, cada universidad pudiera crear "títulos de posgraduado no oficiales", que ofrecieran "enseñanzas sobre campos del saber propios de la carrera de procedencia o de carácter intercurricular y especialmente orientadas a la aplicación profesional de dichos saberes". A partir de ahí, y con un fuerte auge en los últimos años, las universidades ampliaron su oferta de posgrado más allá de los clásicos cursos de doctorado. Los nuevos cursos ofrecían dos características básicas: más práctica que teoría y un enfoque descarado al mercado laboral. A éstas se une un tercer rasgo que le permite ser una enseñanza a la última: la flexibilidad. Reformar los planes de estudios de las carreras universitarias no es fácil; se necesitan varios años, muchas comisiones de estudio y demasiado papeleo para modificarlos. Los programas de los estudios propios se pueden, y de hecho se hace, modificar de una edición a otra.

Las empresas han entrado con todo su potencial en la universidad. Guillermina Martín Reyes, vicerrectora encargada de estos estudios en la Universidad de Málaga, está convencida de que es fundamental potenciar cada vez más la unión de las empresas con la universidad; "sólo así podremos ofertar titulaciones conectadas con el mundo real". Además, insiste Martín, "es una oportunidad única para que los profesores se mantengan en contacto con los profesionales de su sector". Y no faltan ejemplos. En la Universidad de Jaén preparan ya la segunda edición de su curso de Experto universitario en cata de aceites de oliva virgen. Entre las entidades que colaboran con el curso se encuentra Unaproliva (Unión de Asociaciones de Productores de Aceite de Oliva), que cede su sala de catas y sus laboratorios para las clases prácticas y muchos de sus técnicos como profesores. La Universidad de Cádiz ofrece un máster en Administración y Gestión Marítima Portuaria. En su presentación, se insiste en "el contacto directo y continuo con el entorno y las actividades marítimo porturarias". Por eso, el curso se celebra en Algeciras (el puerto con más tráfico de España) y colabora la Autoridad Portuaria de la Bahía.

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No es un misterio que estudiar un máster no está al alcance de cualquiera. Sus precios no son bajos y, por el número de horas, requieren una dedicación muy intensa. Por eso, los departamentos de títulos propios tienden a planificar estudios de experto o especialista (cada universidad usa indistintamente una u otra denominación o ambas con criterios propios) de modo que el estudiante que lo prefiera pueda estudiar dos de estos cursos y le equivalga a un máster.

Los títulos propios expedidos por cada facultad, según la ley, "carecen de efectos académicos plenos y de la habilitación para el ejercicio profesional" que ofrecen los títulos de licenciado o diplomado. Por ese carácter algo etéreo, cursos de este tipo con el mismo nombre pueden tener duración y contenidos distintos según la universidad; incluso muchas academias, al no existir un título oficial de máster osan ofrecer esa titulación. Entonces, ¿cuál es el valor de estos títulos?. Sólo la valía y el prestigio de la institución que los respalda. Sobre lo que no hay datos concretos es sobre la efectividad real de estos másters y cursos de experto. Todos los responsables aseguran que "la mayoría de los estudiantes encuentra trabajo". Sin embargo, ninguna universidad andaluza hace seguimiento del éxito o fracaso de sus estudiantes.

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