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Cuando Putin era niño

Un libro para escolares recoge fotos de la infancia del presidente ruso con frases como: "No temía a nadie"

Vladímir Putin se convierte a pasos de gigante en la única vara de medir el poder en Rusia, y eso suscita un culto a la personalidad que no está claro que él mismo promueva, pero al que no pone coto. La oleada de críticas suscitada por su aparentemente pasivo papel durante la catástrofe del submarino nuclear Kursk ha quedado ya en el olvido, sin que su índice de popularidad, en torno al 65%, se haya resentido apenas. Para ser un nuevo rico de la política, llegado a la cumbre a los 47 años tras una mediocre carrera de espía, parece instalado en el Kremlin como si ése fuese su hábitat natural.Hace tiempo que los escolares soviéticos dejaron de recitar estos versos en honor de Vladímir Ilich Uliánov, más conocido como Lenin: "Cuando Vova era pequeño / de pelo rizado, / corría calzado con valenki / por los montes de hielo". Lenin ya no es Dios, y su momia se remueve inquieta en el mausoleo de la plaza Roja por temor (ahora un tanto aplacado) a un traslado al que nunca se atrevió Yeltsin. Pero, poco a poco, se va cimentando el culto a otro Vladímir: Putin.

Las huestes de Unidad-El Oso, un invento del Kremlin convertido en partido del poder a las órdenes de Putin, se llevan la palma en eso de echar laureles sobre el jefe, pero lo que ha hecho la rama peterburguesa se pasa de rosca. Según Novedades de Moscú, un centro de rehabilitación infantil llamado La Casa Educativa decidió editar un folleto con el convenio de Naciones Unidas sobre los derechos de los niños. Para hacerlo más digerible, lo acompañó de juegos, poesías y dibujos. Sin embargo, como tantas veces en Rusia, había un grave problema de falta de fondos, y ahí es donde intervino Unidad, que sólo pidió a cambio incorporar algunas esencias de su tarro ideológico.

El librito, que finalmente ha llegado a manos de los escolares, tiene tres fotografías de Putin, sacadas del libro En primera persona, con el que supuestamente se desnudó ideológica y personalmente antes de las elecciones de marzo. En la primera, está en brazos de su madre. El texto dice: "Cuando era un niño como tú, no sabía que llegaría a presidente y respondería por todo. Nadie lo sabía, pero todos en su patio sabían que Vovka no temía ni traicionaba a nadie".

La segunda foto muestra a un Putin adolescente, de pelo lacio y mirada tímida y enigmática. El texto afirma: "Nadie sabía que llegaría a ser presidente, pero todos los chicos sabían que Volodia era un buen amigo y que se podía confiar en él. Su entrenador de sambo y yudo sabía que era un verdadero luchador, fuerte, que lucharía hasta el final". La tercera foto llega después de que se explica que Volodia creció, estudió y viajó mucho, pero que siempre volvía a San Petersburgo porque "amaba a su casa, a su familia y a sus amigos". Hasta que (llega el gran salto) todo el país se convirtió en su amigo y fue elegido presidente. "Ahora todos dicen Rusia, Putin, Unidad". Y aparece la tercera foto, la de un Putin maduro, de ojos inocentes y sonrisa enigmática, en corbata y mangas de camisa, con la chaqueta sobre el hombro. "Ya no teme a nada", se explica debajo. "Vuela en aviones militares, esquía en las montañas y va a la guerra, para terminarla".

Putin no olvida a su patria chica, a la que viaja con frecuencia. Probablemente lo hará más aún cuando concluya la restauración del antiguo palacio zarista de Constantino, en los alrededores de San Petersburgo, que se convertirá en su "residencia marítima". El diario Kommersant asegura que el presidente ya dio el visto bueno al proyecto, que tiene un presupuesto de 4.000 millones de pesetas.

A Yeltsin se le llamaba a veces "el zar Borís", pero puede ser Putin quien dé a su presidencia una vitola imperial que encaja con la veneración por el poder, confundida con el temor, que ha marcado a Rusia durante siglos.

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