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EL DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA REGIÓN

La oposición alerta de un posible trato de favor en la subasta de Telemadrid

El anuncio de privatizar la televisión pública Telemadrid mediante subasta protagonizó ayer la segunda sesión del debate sobre el Estado de la Región. El presidente madrileño, Alberto Ruiz-Gallardón, justificó su decisión en el cumplimiento de sus promesas electorales, mientras que la oposición -Cristina Almeida por PSOE-Progresistas y Ángel Pérez por IU- mostró su frontal rechazo y alertaron sobre la posibilidad de que con esta operación se beneficie a determinados grupos empresariales.Nadie quiso concretar sus sospechas. Especialmente cáustico estuvo Ángel Pérez. Si en casi todo su discurso había mantenido la ironía y el buen humor para criticar la "política de derechas" del Gobierno regional, cuando habló de Telemadrid endureció sus palabras y lanzó las más graves acusaciones. Para él, la operación es un ejemplo más de "la servidumbre a los que con su capacidad de compra pueden adquirir trabajo, señas de identidad y medios de formación, información y entretenimiento".

A Pérez no le gusta la televisión que hace Telemadrid. Pero quiere y defiende una televisión pública. No la que "ha caído en la zafiedad, el mal gusto y el despilfarro". Tanto le disgusta que, al replicar al presidente, le dijo: "Y eso que en Telemadrid la oposición sale menos que usted en Televisión Española". Se detuvo un momento, como si hubiera caído en algo importante y matizó: "Bueno, no quiero exagerar..Tan poco, no. Pero salimos muy poco". Las risas de los diputados sonaron un tanto nerviosas en los bancos del PP. Algunos socialistas aplaudieron a Pérez.

Cristina Almeida fue más allá. Tampoco es que fuera más concreta en sus sospechas sobre el transfondo de la venta pos subasta de Telemadrid, pero bajo la inocencia de una pregunta dejó caer la sombra de la duda: "¿No estaremos ante el intento de dar la televisión a alguien que la desea?" Ruiz-Gallardón reaccionó con una reconvención empapada de falsas comprensiones: "Estoy seguro que sus insinuaciones son fruto de su ignorancia, no de su mala intención. Su insinuación no ofende, denota su ignoracia más absoluta".

Pero si Ruiz-Gallardón mostró una cierta complacencia con Pérez y le lanzó continuos guiños de complicidad, con Almeida estuvo distante y hasta un punto altivo: "Usted lo mezcla todo con su propio estilo: lo trascendente con lo intrascendente, al padre Apeles con el Tribunal de Cuentas, lo serio con la anécdota divertida. Y suelta usted cosas muy graves".

Ruiz-Gallardón justifica la privatización de Telemadrid en el cumplimiento de su programa

Lo grave de Almeida eran sus insinuaciones sobre el trato de favor a determinadas personas, o sus afirmaciones sobre el Tribunal de Cuentas. Mordía y no soltaba. Tanto que Almeida tuvo que decirle: "Usted le ríe las gracias a Pérez y le hace las suyas. A mí me tacha de tonta y de ignorante. Sepa que no me importa. Usted y yo hemos hecho la misma carrera, aunque posiblemente tenga usted mejor expediente. Vaya al psicólogo a ver por qué todo lo que le digo lo toma como una ofensa".La referencia de Ruiz-Gallardón al padre Apeles fue un golpe bajo. Porque lo único que había dicho Almeida sobre el televisivo clérigo es que nunca había estado con él en televisión. Todo el mundo tiene derecho a intentar quitarse una espina que durante tanto tiempo ha sentido uno como una cruz.

La portavoz de PSOE-Progresistas no ha olvidado que cuando exigió el pasado 22 de julio una televisión pública de calidad, Ruiz-Gallardón, para descalificarla, le recordó que ella había participado en muchos de los programas que criticaba. Y, efectivamente, citó al padre Apeles como compañero de Almeida en algún espacio televisivo. Y ella no es que reniegue de lo que alguien puede entender como veleidades televisivas, pero la verdad es que al sacedorte le había conocido precisamente en un acto del Gobierno regional.

Pero, todo vale en una guerra. Y del Tribunal de Cuentas lo que Almeida leía era un informe. La diferencia es que ella decía que en él se hablaba de "irregularidades o deficiencias", y el presidente negó que se citaran esas palabras. Al final, la diputada le rebajó los méritos al presidente al decir que el sistema de subastas para privatizar Telemadrid no era una iniciativa de éste, sino que lo había impuesto el Tribunal de Cuentas.

Mientras, el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, elogiaba en Onda Cero la fórmula de subasta para privatizar Telemadrid, propuesta por el Gobierno regional. En opinión del líder socialista, "la subasta de Telemadrid puede ser una fórmula" que, según dijo, ha dado "magníficos" resultados en otros países europeos [por ejemplo, ha supuesto un filón de billones por la concesión del espacio radioeléctrico].

Y a esa misma hora, Almeida, con el aplauso de sus compañeros del grupo socialista, luchaba con ardor guerrero por que la televisión madrileña no se pusiera bajo el mazo de la subasta.

Así que allí estaba Almeida haciéndose una pregunta de cajón: si la televisión autonómica "era buena, bonita, y barata, como decía el PP, ¿por qué venderla?". Lo que pasa es que Ruiz-Gallardón no daba como argumentos para su venta su falta de calidad, ni su belleza. Ni siquiera razones económicas. Las razones del presidente tenían bases más ideológicas: "¿Por qué tiene que haber una televisión pública si no hay periódicos ni revistas públicas?".

Pérez sí quería la televisión pública. "Ahora y en 1995", le recordó. Y, por eso, tal vez por eso, añadió: "Nos hiere particularmente su anuncio de subasta al mejor postor". Porque, añadió, "en cualquier comunidad el ocio, la cultura, el deporte es un recurso estratégico", menos en la madrileña. Aquí, sugirió Pérez, las cosas funcionan de otra manera. El Gobierno regional no piensa en el interés del pueblo: "La mejor expresión de alejamiento social y de la desconsideración de la comunicación como recurso y derecho de la ciudadanía es la pérdida de calidad y pluralidad de Telemadrid". Se despachó a gusto. Al presidente le acusó de hacer "una televisión comercial financiada públicamente, estafando su discurso".

Casi ya en el desánimo, se volvió hacia Ruiz-Gallardón y le preguntó: "¿Qué decirle? Es más, a usted, señor Gallardón, ¿qué le importa?". Luego, en la réplica, el presidente madrileño se agarraría al cumplimiento de su programa. Recordó que los madrileños le votaron con un programa, en el que se incluía la privatización de Telemadrid y proclamó: "No estoy dispuesto a incumplir ese compromiso". Almeida le diría después que si es que creía que la gente le había votado por eso...

Ruiz-Gallardón no cree en los medios públicos. Todos son una tentación, advirtió. Él no había caído en ella, no los había utilizado, pero eran una tentación de la que, sin duda había que huir. Y si hablamos de independencia, "¿lo es más el director nombrado por un Ejecutivo que el gerente de una empresa privada?", preguntó.

Y quiso tranquilizar a Pérez: "No se preocupe, se hará un contrato programa. Y en él se incluirá que se sigan manteniendo los dos grandes principios: la formación y la información". Pérez no parecía muy convencido.

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