_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pulso decisivo

Una vez más, la oposición se echa a la calle para gritar contra un robo electoral orquestado por Slobodan Milosevic. Hay precedentes. Pero la ocasión es ahora incomparablemente más trascendental. Está en el horizonte una Serbia sin Milosevic, vale decir una Europa sin el último de sus dictadores. El fraude ha sido evidente. La comisión supervisora de los comicios, una correa de transmisión del poder, niega a la oposición cualquier vía para verificar los resultados de las urnas. La Unión Europea, EE UU y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), además de los observadores internos, consideran vencedor a Vojislav Kostunica. Incluso el régimen reconoce la derrota de Milosevic por un abultado margen de ocho puntos, pero justo por debajo del 50%, lo que exigiría la celebración de una segunda vuelta el 8 de octubre. Maestro en provocar situaciones límite, la decisión del autócrata serbio trata una vez más de ganar tiempo, sin ninguna garantía de que el escrutinio de una nueva votación pueda ser verificado. Por eso, el veredicto de la calle puede resultar decisivo. En un país descoyuntado, la calle indicará a la vez la intensidad de la ira ciudadana y de la voluntad gubernamental para aplastarla. La otra clave serán las lealtades del dividido Ejército y, sobre todo, de la policía, si se plantea una solución de fuerza para defender el fraude.

Kostunica, el nacionalista moderado tras el que han arrojado su peso las potencias democráticas, mantiene que no irá a una segunda ronda electoral. Es la decisión correcta, aunque arriesgada. Los serbios han manifestado de forma rotunda su voluntad de cambio, y el líder opositor, vencedor el domingo, no debe acomodarse al engaño de quien ha perdido a través de sus procedimientos el último vestigio de legitimidad. Serbia ya no pertenece a Milosevic, pero éste intentará por todos los medios permanecer en una posición decisoria y, llegado el caso, negociará cada milímetro de recorte de sus poderes. Le va todo en ello.

En esta situación de final de reinado, en la que cualquier escenario es posible, Europa y EE UU tienen un papel crucial. No deben atosigar a Kostunica -ganador no por prooccidental, sino por su oposición a Milosevic-, pero su diplomacia ha de ser inequívocamente directa con los militares serbios y Rusia (el único apoyo práctico de Belgrado). Los movimientos de Milosevic demuestran hasta qué punto se siente cercado. El penúltimo paso de su lóbrega y sangrienta carrera no puede ser mofarse una vez más de la democracia que exhibe como fachada. Después, en algún momento, debe tener una cita con el Tribunal de La Haya.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_