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Los jóvenes con empleo precario, los jubilados y las mujeres solas en paro engrosan la pobreza

Naiara Galarraga Gortázar

Los vascos sumidos en la pobreza grave, los que no pueden llegar a fin de mes, son hoy menos que hace cuatro años. Eran el 4% de la población y son el 3,6%. Sin embargo, ahora son más los pobres a secas, las personas a las que no le llega el dinero para tener una vivienda digna o ahorrar aunque puedan cubrir sus necesidades básicas. De ser el 1,8% en 1996 han pasado al 2,6% actual. Éste es el panorama que dibuja la encuesta con la que cada cuatro años el Gobierno vasco radiografía la pobreza en Euskadi, que cifra en 111.944 las personas pobres (más que la población de Barakaldo). Las mujeres solas en paro, los jóvenes con empleo precario y los jubilados han engrosado en los últimos años ese colectivo.

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El Departamento de Trabajo, Justicia y Seguridad Social ha cifrado la cantidad de dinero sin la que a alguien no le alcanza para pagarse las necesidades básicas como la alimentación, la vivienda, el vestido o el calzado -lo que técnicamente denomina pobreza de mantenimiento o coyuntural-. Para los menores de 45 años son 95.000 pesetas al mes; entre los 46 y los 64 años, 80.000 pesetas y para los mayores de 65 años, 64.800 pesetas. Un total de 37.766 vascos viven en esta situación de pobreza grave.La viceconsejera de Asuntos Soviales, Anjeles Iztueta, recordó que la mayoría de estas personas logra salir adelante gracias al llamado salario social (el Ingreso Mínimo de Inserción), que reciben unas 30.000 personas. Es poco más de 50.000 pesetas para las familias unipersonales -"una cantidad muy insuficiente", reconoció el consejero- y aumenta en función del tamaño de la familia.

La encuesta sobre la pobreza, presentada ayer en Bilbao, es fruto de entrevistas a unas 10.000 personas, que detallaron sus gastos e ingresos mensuales, en 3.300 viviendas repartidas por toda Euskadi.

Iztueta advirtió de que hoy en día la pobreza ha dejado de estar estrechamente vinculada a la marginación y afecta a colectivos que tradicionalmente no la han sufrido. Entre los grupos que mencionó el de mayor riesgo en este momento, según los resultados de la encuesta, es el de las familias encabezadas por una mujer, que suele ser madre, desempleada. Casi el 60% de ellas sufre pobreza en algun grado.

La pobreza grave afecta cada vez más a los jubilados y sobre todo a las viudas porque las pensiones han subido mucho menos que el coste de la vida. Ante esta situación, el consejero de Trabajo, Justicia y Seguridad Social, Sabin Intxaurraga, reclamó: "La Administración central debe elevar la cuantía de las pensiones mínimas y de viudedad porque con ellas es casi imposible llegar a fin de mes". El Gobierno central ya anunció hace unos meses un aumento de las de viudedad. Sufren también pobreza quienes pueden sobrevivir pero no ahorrar para imprevistos. Hoy son en el País Vasco 74.178 personas. La viceconsejera aseguró esta situación empieza a hacer mella en jóvenes con empleos inestables y precarios. Tanto Intxaurraga como iztueta subrayaron la problemática que esto genera: la precariedad laboral hace que muchos jóvenes tengan dificultades para tomar decisiones como casarse o formar una familia. Viven con lo justo y cualquier imprevisto les coloca en una situación muy difícil de afrontar. Intxaurraga insistió en que

Intxaurraga aseguró que el Ejecutivo central debería implantar medidas de discriminación positiva hacia los jóvenes y las mujeres para que estos colectivos tengan una mayor estabilidad laboral. Añadió también un llamamiento a los hombres para que compartan con sus parejas las tareas del hogar y les permitan así incorporarse al mercado laboral.

Al margen del descenso de la pobreza grave y del aumento de la más leve, entre 1996 y 2000 (el periodo estudiado por la encuesta) el bienestar económico también se ha extendido en Euskadi. En otras palabras, un 79,1% de los vascos vive ahora en una situación de bienestar pleno cuando cuatro años antes era el 71,7%.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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