_
_
_
_
Tribuna:LAS CLAVES DE LA SEMANA
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Derecho de pernada

El sector de la construcción del País Valenciano especializado en la ejecución de obra pública y los órganos de la Administración que con el mismo se implican están necesitando -otra cosa es que lo pidan- una buena sesión de luz y taquígrafos para airear el hediondo tufo que exhalan sus relaciones. El fenómeno no es exclusivo de esta Comunidad, o eso cabe suponer, pero es el que percibimos, constatamos y a la postre nos interesa. La arbitrariedad de numerosas adjudicaciones, con la consiguiente inseguridad jurídica y económica, carcome este universo del atobón y el cemento. Las víctimas lamentan su desventura, pero no señalan con el dedo por más que la evidencia sea escandalosa. La fórmula consiste en callar y buitrear a la espera de que cambie la suerte o se acierte con el camino más persuasivo para atraerse el favor del repartidor de adjudicaciones. Los informes técnicos que garantizan la bondad de la oferta resultan a menudo irrelevantes, ni tampoco vale el currículo de los trabajos bien hechos. Un guiño o una llamada telefónica desde las alturas institucionales cambia el orden y méritos de los postores, echando a perder las inversiones en el proyecto. Las protestas, al maestro armero.Dicho así o más paladinamente, resulta obvio que estamos describiendo un panorama de corrupción y corruptelas necesitado de un correctivo, que bien hubiera podido ser el Reglamento de la Ley General de Contratos de las Administraciones Públicas que elabora el Ministerio de Economía y Hacienda. Pero resulta que, lejos de este objetivo, el mencionado documento, complejo y confuso, viene a establecer una suerte de derecho de pernada a favor de los siete grandes grupos estatales del sector, pues, al filo de su articulado, serían éstos los únicos habilitados jurídica y administrativamente para optar a los contratos de obra pública superiores a los 1.600 millones de pesetas.

Las consecuencias son obvias: conllevan el desmantelamiento del sector valenciano de la construcción. Baste saber, a título ilustrativo, que ninguna de la veintena larga de las compañías valencianas de esta especialidad -y piénsese en las más renombradas y con mayor volumen de obra pública en estos momentos- podría ser clasificada para competir por dichos contratos. Su papel se reduciría al de ejercer de subcontratistas, que viene a ser un purgatorio previo a su liquidación. Todos muertos y sacrificados para mayor gloria y mejores dividendos de los siete grandes aludidos, convertidos en amos y señores del mercado. Diríase que todo está diseñado para orientar el provecho de las fabulosas e inminentes inversiones que Fomento promete en el ámbito valenciano y que se cifran en unos 800.000 millones

Esta espada de Damocles se agrava por el desinterés o insensibilidad que los empresarios afectados han encontrado en el Gobierno autonómico, sordo por ahora a su petición de auxilio. Gobierno que, con esta actitud obsecuente para con los intereses ajenos, tendrá que asumir el doble baldón de no haber promovido la transparencia en las contrataciones y, además, el posible desguace del sector. Tiempo queda para dar la batalla en uno y otro frente, en el de la decencia y contra la prevalencia de las megaempresas estatales, a la vez que se defiende la supervivencia de las propias.

El disparate es tan descomunal que, a ojos de cualquier observador, y particularmente en opinión de los industriales de la construcción, el mencionado proyecto reglamentario no puede prosperar porque, más allá de su enormidad discriminadora, conculca las normas establecidas por el Comité Europeo de Normalización, siendo esta vía, así como otras de carácter procesal, las que podrán frenar el desmán que se cuece. Pero esta expectativa en modo alguno atenúa ni explica el silencio que observan a este respecto el presidente Eduardo Zaplana, el vicepresidente José Luis Olivas o el consejero de Obras Públicas, José Ramón García Antón, que no parecen sentirse aludidos.

Respeto a la diferencia

Del paso del actual consejero de Bienestar Social, Rafael Blasco, por los distintos cargos institucionales que ha ocupado siempre queda una estela de iniciativas legislativas, muchas de ellas decisivas y arriesgadas, que no viene al caso enumerar. La última de ellas es, a nuestro entender, el anteproyecto de Ley Valenciana de Parejas de Hecho, que se ha dado a conocer estos días, y con la que, si llega a ramos de bendecir, esta Comunidad se equiparará a las autonomías más progresistas en este capítulo, como son Cataluña, Navarra y Aragón. Se trata, además, de la primera iniciativa que en este apartado adopta un Gobierno del PP y que ha sido saludada si notables reticencias por los partidos y, singularmente, por los colectivos más directamente implicados, como son los gays y lesbianas. Buen síntoma es, asimismo, que no haya oído ninguna estridencia en el bloque menos receptivo por más conservador o carca. Que el texto legal no recoja algunas reivindicaciones, como el matrimonio de homosexuales y la adopción, tampoco merma su valioso y progresista reconocimiento de la diferencia y, a la postre, de la realidad social. Un avance que no debe frustrarse.

Los congresos del PP de la CV

Absortos como hemos estado en el congreso del PSPV y siendo así que España y el PP van bien, parece que dicho partido en el País Valenciano sestea cuando en realidad está afanado en sus congresos provinciales. Excluido el de Castellón, que ese es un mundo aparte y bien atado, en Valencia ha sido notable el renunciamiento de Manuel Tarancón a la presidencia, que deja en el aire la duda de haber sido inducido por más que se describa como voluntario por mor de sus obligaciones en la Consejería de Cultura. A su tiempo se sabrá. Donde hay más tensión es en Alicante debido a la candidatura del pugnaz ilicitano Manuel Ortuño, inasequible al desaliento por más obstáculos y trampas que le ponga la fontanería pepera controlada por el actual presidente, Julio de España. No ha de sorprender que el candidato airee la democratización interna de su colectivo con la entrega de la voz y el voto a las bases. Su candor resulta enternecedor y es una pena que no se le ofrezca la oportunidad de aplicar sus propuestas. Pero entonces, claro está, se acabaría la calma chicha, la confortable irresponsabilidad que supone haberle entregado todo el poder al jefe.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_