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FERIA DE LOGROÑO

Grave falta de respeto

Antonio Lorca

La Dehesilla / Vázquez, Cepeda, BautistaUn toro -el 3º- de La Dehesilla (el resto, rechazado en el reconocimiento); dos -4º y 5º- de José Luis Pereda, y tres -1º, 2º (sobrero en sustitución de un inválido de Pereda) y 6º (sobrero en sustitución de un inválido del propio Rojas). Todos mansos, sosos y astifinos.

Pepe Luis Vázquez: bajonazo y un descabello (silencio); media pescuezera (silencio). Fernando Cepeda: casi entera y un descabello (silencio); estocada baja (ovación). Juan Bautista: pinchazo, media y descabello (silencio); media y tres descabellos (silencio).

Plaza de la Real Maestranza. 23 de septiembre. Primera corrida de la Feria de San Miguel. Tres cuartos de entrada.

Antes de la corrida ya se había cometido una grave falta de respeto al público. Para empezar, los carteles de San Miguel se presentan en marzo, y desde entonces hasta finales de septiembre, largo me lo fiáis. Tan largo que las combinaciones definitivas se parecen a las de primeros de año como un huevo a una castaña.Lo que ocurrió después es que un día antes de la corrida, el viernes por la tarde, Manzanares envió un parte médico por un supuesto problema renal; a las diez de la noche, hizo lo propio Morante de la Puebla, convaleciente de su última cornada, y pasada la medianoche, Curro alegó que le dolía el lumbago. Todo muy legal, eso sí, pero que baje Dios y confirme si esto no es una falta de respeto como una casa "a esta afición que tanto me quiere y a la que tanto debo". Esta es la verdadera categoría de algunas llamadas figuras a quienes se les llena la boca hablando de Sevilla y no dudan en burlarse de ella cuando las circunstancias no coinciden con sus intereses. En esta ocasión, las circunstancias eran una corrida muy astifina y especialmente, un sobrero abierto de pitones que, después, salió y no se comió a nadie.

Pero, claro, el público tampoco puede ser muy exigente porque hace tiempo que le perdió el respeto a la fiesta. Y lo perdió con su conformismo y permitiendo toros afeitados y borrachos, figuras de cartón, orejas baratas y triunfalismos que esconden la mentira, el fraude y la degradación. Por eso, hace tiempo que los toreros perdieron el respeto al público. Por eso, Curro, Manzanares y Morante se han caído del cartel y no ha pasado nada. Una verdadera pena. Por desertar, ha desertado hasta el ganadero, que sólo pudo lidiar un toro de la corrida anunciada en el mes de marzo.

Por cierto, la corrida fue infumable. Los toros, en general, fueron mansos, sosos, sin codicia ni acometividad, y los toreros no pasaron de meros cumplidores de un aburrido trámite.

Pepe Luis Vázquez no cambia. Es un torero pulcro, frío y precavido. A su primero lo pasó varias veces por la derecha con su natural elegancia, pero también con su eterna desconfianza, y en el cuarto, de más movilidad, consiguió algún derechazo preciosista, un largo natural, un bonito cambio de manos y poco más.

Cepeda lo intentó, pero el material que le tocó en suerte no era apto para el triunfo. Entusiasmó con el capote en unas verónicas muy profundas con las que recibió a su primero, y lo intentó una y otra vez con la muleta sin redondear faena. Su primero se paró y en el segundo consiguió buenos derechazos, pero se dejó enganchar la muleta en demasía y no fue capaz de emocionar a un público entregado.

El francés Juan Bautista pasó desapercibido. Ante su primero, que era un armario, nada pudo hacer, recibió al sexto con una larga cambiada en el tercio y pronto demostró el toro que no le acompañaban las fuerzas. El diestro estuvo valiente, esforzado y pesado. Al final, le pidieron que acabara cuanto antes.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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