Asombro
¡Me cuesta salir de mi asombro! Tengo que subir la voz por encima de la de la señora ministra, doña Celia Villalobos, como profesional del Sistema Nacional de Salud y para más señas del Insalud, para defender a los trabajadores que, día a día, atendemos a pacientes aunque no hablen castellano y no se les entienda; a niños enfermos a los que sus madres traen envueltos en mantas porque en ello ven lo mejor que pueden hacer por salvar la vida de su hijo. Trabajadores que se ven envueltos en rencillas con los familiares porque se atiende primero a un señor con un infarto, que acaba de llegar, que a aquel que llegó antes con un dolor de muelas. Del mismo modo, quiero salir en defensa de todos los usuarios inmigrantes de nuestro sistema.Tener que oír de la boca de la suprema responsable del Ministerio de Sanidad que "no hay responsable en la muerte de esta niña, ya que se trata de un problema de no organización de las urgencias". ¡Clama al cielo! En todo caso ¿quién es ella, sino la máxima responsable de la organización de nuestro glorioso sistema de salud? A las puertas del siglo XXI, siendo un país europeo que 'va bien', ¿cómo no está organizado algo que es de obligado cumplimiento por ser de puro sentido común en la puerta de las urgencias de un hospital? Dudo que esta organización no se realice; quizá no está escrita, aunque seguro que se lleva a cabo. Pero lo que duele es que se desentiendan del problema, y que se asuma como algo "normal" este gran error desde las altas esferas. Busquen al responsable, que seguro que lo encuentran.
No es culpa de la madre no poder hablar castellano, aunque la ministra así lo entienda. Habitualmente atendemos en nuestros hospitales a pacientes que no entienden ni pueden hablar castellano. Pero no se les deja morir debido a esta limitación. Me ha tocado servir de intérprete en muchas ocasiones en el hospital donde trabajo. Y a donde no llegan los idiomas que conozco, me conducen mis manos y mis gestos. Y si no, simplemente la esperanza y la buena práctica profesional. Señora ministra, ¡no nos infravalore!, no somos tan inútiles y desalmados. Y, sobre todo, no nos planteamos cuál es el idioma de aquel que necesita nuestros cuidados. Eso ¿no constituiría un delito de xenofob0ia? ¿No iría en contra de nuestro código deontológico?
Y por último, el que una madre lleve a su hija envuelta en una manta significa, ante todo, que se preocupa de ella, que le preocupa su vida; y por eso la lleva al hospital. Es lo que haría el casi 80% de la población española. ¡Harta estoy de quitar mantas sobre mis pacientes febriles! Señora ministra ¡no murió por la manta! Si no hubieran sido marroquíes, o si hubiera sido uno de nuestros hijos ¿se reduciría todo a un problema de idioma, o manta o desorganización de las urgencias?- Eva Delgado. Madrid.
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