_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Democracia industrial

Este sábado concluye la asamblea general de la Confederación de Entidades para la Economía Social de Andalucía. No trato de destacar el papel que cooperativas, sales y autónomos, que son las entidades que conforman esta confederación, desempeñan en la economía andaluza. Sí trato de destacar que de la intervención en los actos de inauguración de los secretarios regionales de CC OO y UGT y del presidente de la CEA se pone de manifiesto que la democracia no ha llegado a la economía social. Falta su participación en la concertación social.Si algo define el sistema democrático es la convivencia dentro del pluralismo y la participación en la toma de decisiones. De ahí que no sea comprensible que, si Andalucía cuenta con una confederación que representa a un sector económico cuyas bondades, y eficacia, son destacadas por organizaciones sindicales, Ejecutivo y patronal, se niegue su protagonismo en la concertación.

Podría imputarse esta ausencia a la voluntad de estas entidades, ya que pueden incorporarse a la CEA. Esta incorporación, que es posible, no es razonable. De producirse, desaparecería un sector que entiende la empresa como un medio de generar empleo y no como el enriquecimiento constante. Dicho con palabras de Julio Ruiz: "En las sociedades participativas el beneficio es un valor, mientras que en la empresa tradicional, o capitalista, el beneficio es el valor que les mueve".

Éste es el hecho diferencial. Está reconocido por el Ejecutivo andaluz y por las organizaciones sindicales y su presencia está justificada por las reglas del juego democrático. Su ausencia de la concertación hace que los acuerdos que se alcanzan no gocen de eficacia suficiente y estén privados del pluralismo que caracteriza a las sociedades democráticas.

Es posible que la empresa tradicional no quiera compartir protagonismo con entidades en las que el objeto social no es el ánimo de lucro. Es una circunstancia que afecta a sus intereses, pero no debe ser determinante para impedir que estas sociedades, que cuentan con más de 60.000 trabajadores y responden a un modelo empresarial diferente, no estén representadas por su confederación.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_