De Mar del Plata a Teruel
"Busqué en el mapa, sabía dónde estaba Teruel, pero no Aguaviva". Es José Manuel Torres, viene de Mar del Plata, en Argentina, y cuenta los días que le restan para reunirse con su mujer y sus tres hijos, que siguen en aquel país. José Manuel llegó, con otros cinco compatriotas suyos este mismo mes, a Aguaviva, el pueblo español más famoso en su país. Hizo un viaje de retorno, justo en sentido contrario que el que hicieron sus padres desde Barcelona a Iberoamérica, donde emigraron por falta de trabajo.Aguaviva, 605 habitantes, a orillas del río Bergantes, es hoy una esperanza y un Dorado para las familias que llegarán a la localidad donde tienen trabajo y futuro. Un pueblo que envejece y que lucha por mantener su escuela y sus empresas amenazadas por la falta de gente.
Mientras llegan sus familias, los hombres se aclimatan. De momento viven todos juntos, luego ocuparán pisos de alquiler con los suyos. La aventura, el viaje, que demuestra que Teruel sí existe, es idea de Luis Bricio, el alcalde, del PP, que no dejaba de mirar la pirámide de población de una localidad que en los años treinta tenía 1.800 habitantes y hoy se despuebla como tantas localidades aragonesas. "Había que hacer algo" y lo hizo. El pasado mes de abril, en un programa de radio argentino, "no recuerdo qué emisora", lanzó el llamamiento: "Hacen falta trabajadores que lleguen con sus familias. Hay trabajo y posibilidades". Los periódicos argentinos se hicieron eco de su llamamiento y "ahí comenzó el problema". A Bricio le llegaron a llamar de la embajada argentina para rogarle que fuese moderado, pero tenía las ideas claras. "Para evitar problemas, debían ser descendientes de españoles, conservar la doble nacionalidad, tener menos de cuarenta años y un oficio". Se seleccionó a 24 familias. José Torres recuerda que en Mar del Plata "hubo mil candidatos". Allí regentaba "un quiosco, un estanco, pero con muchos problemas". Su mujer trabaja "en ocasiones" en una fábrica de "afajores" -un dulce argentino- cuando la llamaban.
El pasado 22 de agosto llegó el primer seleccionado al pueblo. Ya hay seis, luego vendrán sus familias; el resto, de momento dos más, a principios de año. Todos tienen trabajo y es difícil hablar con ellos por los horarios laborales. Marcelo Vergel viene de Tucumán y emprendió el viaje por sus hijos; Javier Molina tiene cinco pequeños y espera adaptarse. De momento, lo que debe adaptarse es la escuela del pueblo, hoy con 51 alumnos, cuatro maestras más los itinerantes, donde habrá que preparar sitio para 19 niños más. Pilar Mir, la mujer del alcalde, es maestra y reconoce que ahora ya no tiene tiempo para nada "porque hay que atender sus llamadas a las familias y preparar todo en las escuelas".
Ellos ya están aquí, faltan sus mujeres, llegarán con los niños y, si se adaptan, se traería a más. "No es problema, este mes terminan allá la escuela y, cuando lleguen, comenzarán aquí", explica José. Llegan sin nada, con la ilusión de poder vivir y labrar un futuro para sus hijos. De momento, el dinero del viaje lo ha adelantado el Ayuntamiento. Los nuevos habitantes devolverán ese préstamo con su sueldo, que no baja de las 130.000 pesetas. "No les retendremos más del 10% de lo que ganan". Ahora ya trabajan en un secadero de jamones, cuatro en una gravera y otro en una empresa de construcción. "No es muy diferente de como lo imaginaba", asegura José. "Un pueblo como me habían contado mis familiares de España, como los de allí, pero con futuro". En Aguaviva hay industrias y en el sector primario la ganadería es pujante, no hay paro. Hay una gravera que emplea a 25 personas y necesita más, y la empresa textil que trabaja para una multinacional francesa tiene capacidad para dar muchos más puestos de trabajo.
De momento, los principios no han podido ser mejores. Como artistas llegaron al pueblo, acompañados del diario Clarín, de una televisión y de la revista Gente de Argentina. Los vecinos se hicieron fotos con ellos y Bricio dice, orgulloso: "Somos el pueblo de España más famoso en ese país". Ahora, el Ayuntamiento debe construir más viviendas "porque faltan" y aguarda la norma que permitirá distribuir los cien millones de pesetas que la Diputación Provincial de Teruel aprobó para proyectos de asentamiento de la población. José reconoce que el panorama aquí está más claro: "En mi país las cosas se cambiaron, no hay trabajo y está todo muy borroso". En Aragón, el sueño de repoblar el territorio se tiene que ganar día a día con historias como la de Aguaviva.
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