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Delors advierte del peligro de minar el poder de la Comisión Europea

El ex presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, realizó ayer una apasionada defensa de esta institución en el Parlamento Europeo y advirtió contra el peligro de que se rompa el tradicional equilibrio institucional entre Comisión, Parlamento y Consejo de Ministros. Delors atacó la creciente influencia de los ministros de Economía y Finanzas y del Banco Central Europeo (BCE) y propuso que el presidente de la Comisión sea la voz política del euro en los aspectos de unión económica y restringir al BCE las cuestiones de la unión monetaria.

El siempre polémico Jacques Delors no decepcionó a los miembros de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Eurocámara, aunque estuvo lejos de generar un consenso en el debate. Algunos diputados discreparon de sus posiciones ya tradicionales, y reiteradas ayer, a favor de una federación de Estados-nación en forma de vanguardia o en contra de una Constitución europea."Me parece muy sospechoso ver a algunos defendiendo una Constitución europea", les advirtió a los diputados en alusión al presidente francés, el gaullista Jacques Chirac. "Un buen tratado es mejor que una mala Constitución", sintetizó Delors.

Explicó el ex presidente de la Comisión sus ideas, ya conocidas, a favor de que un grupo de países forme una vanguardia que permita ir más allá en una Europa que corre el riesgo de diluir su proyecto político cuando cuente con una treintena de socios. Pero defendió con pasión la ampliación a la Europa del Este e incluso reclamó que el Consejo Europeo de Niza fije algún tipo de calendario que permita a los candidatos hacerse una idea de cuándo acabarán las negociaciones de adhesión. En privado explicó que pensaba en algo parecido a lo que se hizo con la creación del euro, con el establecimiento de dos fechas para examinar qué países cumplían las condiciones para adherirse a la moneda.

Defensa de la Comisión

Pero, por encima de todo, Delors hizo una apasionada defensa del papel de la Comisión Europea para conservar el equilibrio institucional y el método comunitario. Realizó una velada crítica al Parlamento, por no darse cuenta de que se estaba rompiendo la tradicional alianza con la Comisión: "Dejemos de castigar a la Comisión. No nos equivoquemos de adversario y de crítica", advirtió.Se quejó de la "deriva" del Consejo Europeo porque en sus reuniones ya no hay debate y se limitan a aprobar medidas previamente pactadas. "Se está convirtiendo en un G-7 que aprueba decisiones que nunca se aplican", clamó. "No me gusta referirme a mí mismo, pero en el pasado la Comisión Europea aportaba el 80% de las contribuciones al Consejo Europeo", dijo, mientras que ahora las conclusiones están en manos de los expertos nacionales.

Defendió con enorme vigor una reforma de la Comisión que pase por el principio de que "es imposible mantener la colegialidad si hay 30 o 35 comisarios". Y propuso que el Consejo de Asuntos Generales se reúna cada 15 días en formación de ministros de Asuntos Europeos para garantizar a los países pequeños que incluso sin tener un comisario de su nacionalidad estarían al corriente del día a día en la gestión de los asuntos de Bruselas.

Jacques Delors guardó sus misiles más ácidos para los ministros del Ecofin y para el Banco Central Europeo. A los primeros les acusó de arrogantes, de buscar su asistencia permanente al Consejo Europeo y de menospreciar a la Comisión.

Al BCE le acusó de apropiarse de un papel que con el Tratado de Amsterdam en la mano no le corresponde: ser la voz del euro. "Al BCE le corresponde la política monetaria", precisó, "y debería ser el presidente de la Comisión Europea quien hiciera de portavoz de la unión económica", propuso.

Advirtió por fin Delors de que "hay una tentativa de secuestro de los tratados en nombre de un cierto pensamiento único". Y puso como ejemplo de ese pensamiento único las tesis del BCE de que "el 80% del paro europeo se soluciona con más reformas estructurales".

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