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Cuidado con las setas

Miquel Noguer

La lluvia ha llegado. Viene tarde, pero finalmente ha empezado a caer agua sobre los bosques catalanes. Y con la lluvia llegarán las setas, los madrugones de los boletaires y las inevitables intoxicaciones. El año pasado se contabilizaron hasta 53 casos de personas que requirieron atención médica por haber ingerido setas venenosas, de las que 18 tuvieron que ser hospitalizadas.Para evitar que el problema se repita este año, el Departamento de Sanidad ha editado una serie de consejos sobre cómo se debe actuar cuando se va al bosque en busca de los hongos que servirán de guarnición para los platos más sabrosos del otoño.

Precaución es la palabra clave. Ante la duda de si una seta es o no comestible siempre es mejor no recogerla. La jefa del Servicio de Higiene Alimentaria del Departamento de Sanidad, Isabel Méndez, asegura que "casi todos los casos de intoxicación se producen por no informarse correctamente". Pero ¿qué hay que hacer para no equivocarse? Hacerse acompañar por alguien que conozca las setas y sepa distinguir claramente las que son comestibles de las que no lo son. Si no se cuenta con la supervisión de un experto, será necesario limitar la búsqueda a las especies más conocidas, como el robellón, la llenega o el rossinyol.

En Cataluña, la Amanita phalloide, conocida como farinera borda, es la principal causante de las intoxicaciones. A pesar de que es una especie claramente diferenciada de cualquier otra comestible, son muchas las personas que cada año la ingieren creyendo que puede comerse. Y sus efectos pueden ser mortales. Pero también hay otras especies (ver cuadro adjunto) que proliferan en los bosques catalanes y que han dado más de un susto a los recolectores de setas ocasionales. La mayor parte de las setas venenosas se distinguen por tener un anillo en el pie, por lo que se recomienda no recolectar hongos que presenten estas características.

Es precisamente este colectivo el que tiene que hacer más caso a las recomendaciones del Departamento de Sanidad. A juicio de Isabel Méndez, estas personas son las principales víctimas de los envenenamientos. "Casi nunca pasa nada con la gente habituada a ir al bosque a recoger setas". Pero el exceso de confianza es uno de los principales enemigos del boletaire. Según el Departamento de Sanidad no hay que hacer caso de las técnicas tradicionales de distinción entre setas venenosas y comestibles. Pruebas como el ennegrecimiento del grano de ajo o la patata para saber si una seta es o no buena son rotundamente falsas.

Pero no sólo en el bosque hay que estar atento. Una vez recolectadas, las setas tienden a alterarse con gran facilidad, por lo que es recomendable que se consuman cuanto antes. A la hora de comerlas hay que ser especialmente meticuloso en cortar las partes que puedan contener parásitos, y asegurarse, otra vez, que los hongos son de buena calidad. Siempre hay que consumir las setas bien cocidas, puesto que algunas especies pueden resultar muy dañinas si se comen crudas. Algunos platos de la gastronomía popular emplean este tipo de setas en su elaboración, por lo que siempre se recomienda prestar especial atención a la hora de elaborarlos y seguir todos los pasos necesarios.

Si se sospecha que se puede haber sido víctima de una intoxicación, hay que acudir inmediatamente a un centro hospitalario. Para facilitar la labor de los médicos hay que llevar a analizar los restos de las setas ingeridas, algo que permitirá aplicar un tratamiento más eficaz. Todas las personas que hayan comido las setas presumiblemente tóxicas tienen que someterse a un examen médico, aunque no todas presenten síntomas de envenenamiento. Hay que tener en cuenta que no todas las personas reaccionan de igual manera a un intoxicación.

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Habitualmente, la ingestión de setas no comestibles provoca dolor de estómago, sudor frío, vómitos continuados, diarreas y vértigos. En algunos casos también pueden provocar delirios, crisis nerviosas, estados de somnolencia y postración total. Ante cualquiera de estos síntomas es preciso acudir a un centro médico con la máxima rapidez. De ello dependerá la efectividad del tratamiento farmacológico.

La temporada más corta

Los cestos están vacíos, igual que los bosques y las carreteras. La temporada de las setas se está retrasando de forma alarmante en Cataluña debido a la sequía que se arrastra desde hace meses. Las áreas más afectadas por la falta de agua han sido, precisamente, los bosques del interior de Cataluña y del Prepirineo, las zonas donde tradicionalmente se encuentran más setas.En las comarcas pirenaicas la temporada es realmente mala. Los tradicionales puestos de venta ambulante de setas de la carretera C-1411 y de la N-152 en el Berguedà, la Cerdanya y el Ripollès aún no han aparecido. Y es que no encuentran setas ni los lugareños. De momento, la temporada ya se ha retrasado un mes, lo que ha provocado más de un quebradero de cabeza a los impulsores de varias exposiciones y mercados de setas. Los organizadores de algunos de los que se celebran estos días en el Pirineo han tenido que comprar la materia prima fuera de Cataluña, algo nunca visto.

Si las lluvias de ayer se repiten en las próximas horas, dentro de 20 días aparecerán los primeros robellones. Los boletaires ya están echando cuentas.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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