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Elton John resume su carrera en 25 canciones

Unas 10.000 personas arropan en Marbella un concierto clásico y tan completo como frío

Venían desalentadoras noticias desde Estoril, de donde Elton John se había marchado sin tocar al comprobar que le esperaban 1.200 personas cenando en mesas. Su único concierto español, el sábado por la noche en Marbella, guardaba dudas. Pero Elton John estuvo. Puntual y británico. Le esperaban 10.000 personas. Muchos ingleses en familia, varios famosos y muchas parejas heterosexuales y gay. La actuación duró más de dos horas y media. Solo, frente a un piano Yamaha, Elton John tocó 25 clásicos de su repertorio, con tres bises, y cobró 65 millones de pesetas.

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Fue un concierto agradablemente aburrido. Llegó sir Reginald Dwight, de 53 años, a su cita en el Estadio Municipal de Marbella con tres baúles de vestuario. Pero sólo gastó un disfraz: traje de chaqueta fucsia en raso con bordados plateados y una palabra bordada en la espalda, Medusa, el único enigma de la noche. Llevaba unas estilosas pero sobrias gafas de pasta negra y un peluquín rubio. ¿Dónde estaba aquel Elton, rey de los horteras, irónico provocador en el escenario, que llegó a llevar botas de plataforma con una pecera con peces de colores en sus tacones?Nunca, en la noche del sábado. Vino un Elton John amable y profesional, que se subió una vez a la banqueta, bebió varias cocacolas light que guardaba en una cubitera con grecas, saludó cortés muchas veces y dijo otras yeah al acabar sus canciones. Los impagables efectos de sonido controlados por Clive Franks, que arropó a la estrella con fondos sintetizados y ecos en su voz, intentaron adaptar un concierto de estructura íntima a la inmensidad de un estadio. Cosa difícil.

Al subir al escenario una fanfarria oscarizante dio la bienvenida a la estrella. Parecía que Hollywood iba a premiar su carrera. Y es que John pertenece ya a un mundo de sentimientos Disney. Daba la impresión de escuchar una y otra vez la misma grande pero ya muy oída canción de un compositor que es, con justicia, leyenda del pop. Empezó con Your song y no faltaron sus mejores piezas, casi todas con las delicadas palabras de su amigo y poeta Bernie Taupin como inspiración: Border song, Daniel, Don't let the sun go down on me, Goodbye, Burn down the mission, Rocket man, Tiny Dancer, Honky Cat, Sacrifice, Crocodile rock, The bitch is back o Take me to the pilot. Para los bises dejó el Círculo de la vida, de la oscarizada banda de El Rey León, Bennie and the jets y la inevitable Candle on the wind, versión Diana de Gales. El público estuvo esperando alguna salida de tono, un cambio de ritmo. Apenas. Así que se abonó a la calidad objetiva de las canciones y a sus propios recuerdos. Serenos, agradeciendo con mesura cualquier arranque que recordase la vinculación con Jerry Lee Lewis, sus apuntes blueseros o sus salpicaduras soul, fueron deglutiendo un repertorio que, por otra parte, es para quitarse el sombrero. Ya no hace los sobreagudos de canciones como Daniel o Tiny dancer. Sin embargo, su voz sigue teniendo un color hermoso y con tan sólo bajar algún tono en ciertos estribillos sale perfectamente parado de su propia leyenda. No desafinó jamás y demostró que es un excelente pianista.

Los que mejor lo pasaron fueron los camareros de los bares del estadio, que se hincharon de propinas con un público que consumía alcohol sin hacer un ruido. Los promotores, en cambio, se quedaron por debajo de sus expectativas. Pero también hubo gente que vivió la noche de su vida. David, Ana, Yolanda y Ana, cuatros jóvenes madrileños entre los 19 y los 26 años, llevaban 40 horas sin dormir por ver a su ídolo. Eltonistas cultos, confesaban al acabar el concierto que no eran adecuados para opinar de su dios. "Los fans somos obsesivos compulsivos. ¿Tú te crees que a un tipo como él, fofo y viejo, le puedo gritar tío bueno? Pues no he parado de hacerlo", reconocía Yolanda Pérez, de 19 años. Pianista, de padres músicos, tiene 72 compactos de Elton John. Su casa y la de su amigo David son auténticos santuarios del ídolo.

David añadía, frente al estadio vacío: "En vez de pensar en el hambre que hay en el mundo nos preocupamos porque una superestrella nos firme una chaqueta; muy normales no somos". Yolanda se ponía una réplica de las enormes gafas que Elton John sacó en la película Tommy. Y decía que no sabía si podría dormir.

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