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Tal vez abusando de Neruda

IMANOL ZUBERO"Me gusta cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto". Es la última estrofa de uno de los veinte poemas de amor de Pablo Neruda. Bien pudiera servir de lírico preámbulo para describir la no tan lírica relación que han mantenido PNV y EA con EH en las instituciones vascas. A falta del tramite de someter la decisión a las bases, EH ha abandonado el Parlamento vasco. Ya está. Se han ido, aunque no sé si estuvieron realmente: siempre andaban como ausentes. Era la suya un sí es no es de ausencia (o un sí es no es de presencia, tanto da) que, pese a todo, generaba las más grandes expectativas en el PNV y en EA. Estos partidos suspiraban aliviados cada vez que una palabra o una sonrisa de los líderes de EH demostraban que seguían estando allí a pesar de las apariencias. Una sonrisa, una palabra bastaban para deshacer la impresión de su ausencia. Me he referido al PNV y a EA pero yo creo que casi nadie ha dejado de explorar con mimo cada palabra, cada gesto y cada sonrisa procedente de ese mundo. Y si alguien se resiste a reconocerlo que acuda a la hemeroteca y busque entrevistas y semblanzas de Arnaldo Otegi.

Pero ahora se han ido. Se acabó. No habrá ya más sonrisas o palabras que conviertan en alegría la angustia de su calculado distanciamiento. Han decidido que el Parlamento no les vale para nada, que no merece la pena dedicarle un minuto de su tiempo. Abandonan la institución que más sociedad vasca ha representado jamás en nuestra historia. Me resulta imposible pensar en una revocación futura de esta decisión, a no ser que uno de los impulsores de la corriente Aralar sea el mismísimo San Miguel in Excelsis. ¿Dejaremos por fin de dar vueltas y más vueltas al asunto de la exclusión/inclusión de la izquierda abertzale en la vida política vasca? ¿Dejaremos por fin de discutir sobre su aislamiento o su incorporación al diálogo democrático? Hoy por hoy no hay posibilidad alguna de compartir terreno político con ellos. No es cuestión de intenciones o de voluntades. Ni siquiera es preciso recurrir a los tan manidos conceptos de "demócratas" y "violentos". Sencillamente, su espacio de acción política es otro: no están, no quieren estar, donde estamos la mayoría de las vascas y de los vascos. Punto.

Volviendo a Neruda, tras el poema de amor ahora llega el momento de la canción desesperada: "Abandonado como los muelles en el alba. Sólo la sombra trémula se retuerce en mis manos. Oh la cópula loca de esperanza y esfuerzo en que nos anudamos y nos desesperamos". Reconozcamos el esfuerzo, aceptemos que la pasión que impulsó aquella cópula loca fue la esperanza. El resultado, en cualquier caso, es el que es: un Gobierno vasco abandonado. "Abandonado como los muelles en el alba. Es la hora de partir, oh abandonado!". Pero es la hora de partir para los que se quedan. ¿Qué van a hacer a partir de ahora los partidos que nos representan en el Parlamento? ¿Cambiar el himno de Euskadi? Yo ni lo tocaría. ¿Declarar el Día del Estatuto? Yo lo apoyo. Ningu-na institución habrá sido tan chuleada (chuleada, sí: despreciada por los mismos que se aprovechan de ella) como el Estatuto. Resultaba increíble escuchar al representante de ELA en FEVE reclamar la transferencia de la línea en su tramo vizcaíno a raíz del accidente de Carranza. ¿Pero no habían quedado que el Estatuto está muerto? ¿desde cuando se hacen transfusiones a los muertos? Espero que nunca me toque un médico que utilice los mismos criterios y que proclame la muerte del paciente cuando, en realidad, está diagnosticando carencia de vitaminas. Pero nada de eso, himno o celebraciones, es lo más importante. ¿Serán capaces nuestros parlamentarios de convertir la canción desesperada en un nuevo poema de amor, esta vez dedicado a los presentes? Un poema pensado para homenajear a quienes trabajan día a día, con las herramientas que vamos creando, por construir un país cada vez más digno de ser vivido y de ser amado.

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