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El oxígeno

Juan José Millás

Usted a lo mejor no tiene donde caerse muerto, pero es feliz porque respirar le sale gratis. Pues usted está equivocado porque el Gobierno acaba de descubrir el espacio radioeléctrico y se ha mostrado dispuesto a privatizarlo antes incluso que la Seguridad Social. Quiere decirse que usted ya no podrá enviar ondas telepáticas a su amada. Pero podré respirar, se dirá usted. Pues podrá respirar de momento y relativamente, porque hay las mismas razones para privatizar el espacio radioeléctrico que la atmósfera. Una vez que se entra en una lógica, por disparatada que sea, es muy difícil salirse de ella, y el oxígeno tiene mucha demanda, tanto o más que la radioelectricidad. A lo mejor, el día de mañana sale usted a la calle a respirar y le cobran un canon porque la atmósfera ya no es de todos, sino de Telefónica o de quienquiera que haya podido pagar por ella lo que pida el Gobierno.Lo que no sabemos es si la atmósfera se adjudicaría por subasta o concurso. Cada modalidad tiene sus pros y sus contras, que diría Birulés. Con la subasta el Gobierno podría obtener dinero para mejorar la vida de los ciudadanos, como es su obligación, pero el concurso garantizaría unos precios asequibles del litro de oxígeno y una mayor calidad del envase. Cuanto menos paguen las empresas adjudicatarias, más dispuestas estarán, como es lógico, a fabricar botellas ligeras en vez de reciclar las pesadas bombonas del butano. Y llevarán el oxígeno a todas partes, al contrario de lo que sucedía con las líneas telefónicas, que sólo se instalaban allí donde eran rentables. Esa visión salvaje del negocio se ha acabado gracias al concurso. El Gobierno alemán debería pensar en devolver a las empresas el dinero obtenido por medio de la subasta a la vista de los excelentes resultados filosóficos que el concurso está dando en nuestro país. El problema es que es muy obcecado.

Con todo, lo que parece mentira es que el espacio radioeléctrico estuviera ahí y no hubiera reparado nadie en él hasta que se le ocurrió a Aznar. Ésa es la diferencia entre gobernar con espíritu de empresa privada o de funcionario. Y por eso el oxígeno está al caer también. En cuanto a la gasolina, bajará cuando haya más competencia.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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