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Crítica:XI BIENAL DE FLAMENCO - CHOCOLATE, MARTÍN Y EL PELE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En el contraste está el gusto

El calor pegaba con justicia sobre el patio de la Montería de los Reales Alcázares mientras el público aguantaba un nuevo retraso (10 minutos esta vez). La organización del que pretende ser el mayor escaparate flamenco del mundo no puede permitir que estos detalles se le escapen una y otra vez.Esperas aparte, el espectáculo presentado el miércoles en la Bienal de Sevilla tuvo más detalles positivos que negativos. Para empezar, el cartel anunciado había creado muchas expectativas, y es que Antonio Enrique Núñez Montoya, Chocolate, pasa por ser uno de los pocos cantaores de la vieja escuela que aún están en activo. Bueno, en activo y en muy buena forma, ya que su actuación fue la más completa en la noche de Esplendor.

"Voy a empezar por malagueñas para templarme y continuar haciendo cantes más duros o más tiernos, lo que ustedes quieran". Y ya quisieran muchos cantar cuando han calentado las cuerdas vocales la mitad de bien que lo hizo Chocolate en su interpretación de la malagueña del Mellizo. Por tarantas dio otra lección de conocimientos, ya que tocó varios estilos. Por soleá hizo varias letras de Tomás Pavón, con las que puso de relevancia su dominio del compás, mientras que por siguiriyas cantó como ningún otro en la noche del miércoles. Con los fandangos cerró una actuación sin margen para la réplica.

A Mayte Martín le había tocado, igual que siempre, lidiar al toro más feo. Abrir plaza no es tarea fácil, y hacerlo a porta gayola con una petenera, menos todavía. Las supersticiones y los miedos son para los cobardes, pero Mayte es una cantaora sumamente valiente, que arriesga todo en cada tercio. No obstante, fueron la vidalita con letra de Escacena y el recorrido por cantiñas desde Utrera hasta Cádiz lo mejor que esta catalana dejó a su paso por la XI Bienal de Sevilla

El Pele e Inmaculada Aguilar, en representación del flamenco cordobés, caminaron por los tortuosos senderos de la modernidad. La pareja artística de Vicente Amigo ha encontrado en Manuel Silveria un magnífico relevo. Empezaron su actuación por soleares, para continuar por siguiriyas de Manuel Torre, rematadas por cabales, aunque se le vio forzado. Pero por alegrías se sacó la espina y elevó aún más el listón, modulando la voz al más puro estilo Caracol. Para terminar, romance, soleá por bulerías y bulerías, con patadita incluida, aunque Manuel Moreno Maya no necesita hacer esas cosas.

Su paisana, en cambio, llegó a la Bienal con un día de retraso. Su baile por martinetes, siguiriyas y bulerías puso de relevancia las últimas tendencias a la hora de montar las coreografías que tienen las nuevas generaciones. Ni mejor ni peor, pero diferente.

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