El euro se derrumba a mínimos históricos y ya vale un 25% menos que cuando nació
El euro marcó ayer un mínimo histórico frente al dólar, y la impresión entre los analistas es que su recuperación está lejos. En este clima de pesimismo, el Banco Central Europeo (BCE) situó el cambio oficial a 0,8818 dólares (un 25,5% menos que cuando nació, en enero de 1999), pero en el mercado se llegó a cotizar a 0,8690. O, lo que es lo mismo, un dólar costaba más de 191 pesetas, también un récord histórico. El detonante de este derrumbe de la divisa europea ha sido el desinterés de Alemania por una moneda fuerte, pero el origen está en el empeoramiento de las expectativas de inflación ante la escalada del precio del petróleo.
Más subidas de tipos
Desde que el pasado 31 de agosto el BCE decidiera subir el precio del dinero un cuarto de punto, hasta el 4,50%, el euro se ha hundido en un pozo que parece no tener fondo. El cambio oficial de ayer (0,8818 dólares) se situó en el mínimo histórico desde el nacimiento de la divisa europea en enero de 1999, con una pérdida del 25,5%.En el mercado, la divisa europea se desplomó hasta los 0,8690 dólares y llegó a estar algo por debajo en Nueva York. Respecto de la peseta, el cambio orientativo (la moneda española ya no cotiza) se situó a 188,68 pero alcanzó las 191,38 en el mercado. Se supera así el nivel máximo de marzo de 1985 (189 pesetas).
La última subida de tipos fue juzgada insuficiente para el control de los precios en la eurozona. En los días siguientes, el precio del petróleo se ha disparado hasta los 33,50 dólares de ayer, y la esperanza sobre una moderación ha medio plazo se ha diluido. Nadie espera soluciones de la reunión que los países productores mantendrán el próximo domingo en Viena.
Para remate, el canciller alemán Gerhard Schröder hizo el pasado martes una defensa de la debilidad del euro y de sus ventajas para las exportaciones de las economías europeas. Declaraciones que los mercados interpretan como fruto del desconcierto general. Sobre todo después de que Schröder y su colega francés, Laurent Fabius, anunciaran días atrás una gira en defensa del euro. El ministro español de Economía, Rodrigo Rato, calificó de desafortunada la declaración y aseguró que "la primera medida para frenar la caída del euro es que alguno de los representantes de la UE no dijera públicamente que le parece bien un euro débil".
Tampoco se espera que de la reunión este fin de semana del Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin) salga nada más que buenas palabras. Cuando el euro marcó su anterior mínimo histórico con el dólar (a 0,8875 el pasado 19 de mayo), los dirigentes europeos se limitaron a insistir en la buena salud de sus economías.
El propio BCE ha contribuido al desplome de la divisa europea al insistir, tras su decisión de finales de agosto, en que fortalecer la moneda no es su prioridad. Ayer, un portavoz del BCE rehusó comentar la situación del euro. Su presidente, Wim Duisenberg, manifestó en Dublín que los gobiernos deben actuar para contener la inflación si los precios crean desequilibrios en sus economías, y añadió que "el BCE seguirá vigilante", informa Reuters.
Los analistas consultados mezclan todas estas razones a la hora de explicar por qué el euro no levanta cabeza. Nadie parece interesado en rehabilitar la moneda, las expectativas de inflación han empeorado, habrá nuevas subidas de tipos y las perspectivas sobre el crecimiento económico en la zona euro que había antes del verano se han deteriorado.[Ayer se conoció el dato sobre ventas al por menor en los países del euro que arrojan un descenso del 0,4% en junio respecto de mayo. En relación a un año antes la mejora es de un 1,8%. Irlanda junto a Suecia y España son los países con más tirón del consumo.]
Las dudas sobre que la recuperación económica en los principales países de la unión monetaria sea duradera se hacen cada vez más patentes, pese al impulso que pueden proporcionar las reformas fiscales en Francia y Alemania. Al contrario, la economía estadounidense mantiene un pulso alto y está menos amenazada que la europea por la escalada del petróleo. El índice de productividad de los trabajadores estadounidenses experimentó un fuerte aumento del 5,7% en segundo trimestre.
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