25 policías y antidisturbios cercan el mayor prostíbulo de Madrid para impedir su reapertura
El Club Social de Barajas, el mayor prostíbulo de la región, clausurado el pasado 18 de julio, no reabrió ayer, como habían anunciado sus dueños en cuñas radiofónicas y un inmenso cartel colocado en su fachada del kilómetro 13 de la carretera de Barcelona (N-II). Se lo impidieron los técnicos de la Gerencia Municipal de Urbanismo, que precintaron por segunda vez el complejo por carecer de licencia para la actividad hotelera. Los funcionarios acudieron acompañados por 25 policías municipales y antidisturbios, que cercaron el local para impedir la entrada de clientes.El hípermercado del sexo, con 150 habitaciones, una sala de fiestas y un aparcamiento para 200 coches, ocupa una parcela de 3.541 metros cuadrados y abrió en diciembre del año pasado. El club está rodeado de una gran valla pintada de color rosa, sobre suelo urbanizable no programado, donde no está permitida la actividad hotelera ni la de restaurante o sala de fiestas. El local fue hasta 1998 un polideportivo que sí contaba con licencia. Los nuevos propietarios cambiaron la oferta, pero no la acompañaron del correspondiente permiso municipal.
La Gerencia de Urbanismo clausuró el prostíbulo el 18 de julio por falta de licencia y anunció que "requería un permiso especial de la Dirección General de Carreteras porque tiene un gran incidencia y peligrosidad sobre el tráfico". El pasado viernes, los propietarios del Club Social de Barajas sorprendieron a los conductores y al Ayuntamiento colocando carteles en la puerta que rezaban: "Hola. Abrimos el martes 5 de septiembre a las cinco de la tarde". También contrataron propaganda en emisoras de radio desafiando las advertencias del gerente de Urbanismo, Luis Armada: "Si cumplen su anuncio y abren sus puertas, serán denunciados por un delito penal al desobedecer la orden de cierre".
"Es injusto, nos quitan el pan", dicen las empleadas
Durante los dos últimos días, decenas de camiones y furgonetas han salido y entrado del Club Social Barajas. Los trabajadores ultimaban dentro algunas reformas. Se intuía desde el exterior que se preparaba la apertura del prostíbulo desafiando así las advertencias municipales y el precinto de hace mes y medio.Decenas de mujeres entraron ayer en el prostíbulo de Barajas reafirmando la tesis de una inminente apertura. Sin embargo, a las cuatro de la tarde los trabajadores del club salieron y borraron del cartel anunciador el "martes 5", aunque mantuvieron el mensaje principal de apertura en "septiembre".
Antonio Bolívar salió a las puertas del club a las cuatro y media de la tarde para anunciar a los periodistas: "Se han realizado las reformas necesarias para volver a abrir el club con el mismo fin social con el que se montó. Es incierto que haya dentro camas y sala de fiestas; se trata de los vestuarios y un bar. Esperamos abrir hoy, y estamos aguardando a los técnicos de Urbanismo para que comprueben las obras que hemos hecho", agregó.
Los técnicos de la Gerencia Municipal de Urbanismo se presentaron a las cinco de la tarde con la garantía de un gran despliegue de seguridad. En las puertas había 15 policías municipales y dos furgonetas con policías antidisturbios de la UIP del Cuerpo Nacional de Policía. Los agentes colocaron varias vallas en la puerta e impidieron que los coches accediesen al interior del complejo.
Durante una hora, los técnicos municipales revisaron las instalaciones y concluyeron su visita con un acta en la que reflejaban que se mantenían las irregularidades en el local por caracer de licencia.
Los responsables del club explicaron que la decisión de mantenerlo cerrado fue adoptada por ellos mismos tras hablar con los técnicos de Disciplina Urbanística del Ayuntamiento.
Sobre las seis de la tarde, las mujeres del prostíbulo abandonaron el lugar. Algunas estaban indignadas: "Es injusto, nos quitan el pan", gritó una mujer. "Somos madres de familia, esto es una vergüenza", añadía otra. Otras jóvenes fruncían el ceño y guardaban silencio mientras también salían de la fortaleza hombres trajeados de mirada envenenada.
A continuación, los funcionarios del Ayuntamiento colocaron varios carteles que aseguran que la actividad había sido clausurada. Sobre las seis y media de la tarde, el centro quedaba vacío y los agentes abandonaban el lugar, aunque se decidió mantener un coche patrulla de la Policía Municipal en las inmediaciones del local en "tarea rutinaria" por si se producía alguna incidencia.
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