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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No sólo tipos

El Banco Central Europeo (BCE) ha elevado sus tipos de interés en un cuarto de punto, situando el de referencia en el 4,5%. El objetivo es neutralizar las amenazas a la estabilidad de los precios en la zona, agravadas por el alza del petróleo, cuyo precio se ha triplicado en 18 meses, y por la depreciación del euro.Aunque la expansión de la oferta monetaria se ha moderado y la inflación media (del 2,4%) no se ha alejado mucho de la previsión para el conjunto del área (2%), son razonables los temores que anticipan repuntes adicionales originados por el persistente encarecimiento del petróleo en euros, en un contexto de fuerte pulso de la demanda interna en el conjunto de los Once. Si la contención de la inflación, objetivo único del BCE, obligaba a esa elevación en el precio del dinero, su cuantía ha quedado por debajo de lo que anticipaba el mercado. El problema, en todo caso, es que esa pretensión de enfriar la demanda mediante elevaciones en los tipos puede, efectivamente, hacer bajar el consumo, pero sin que se eliminen en la misma proporción las amenazas de subida de precios.

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En la medida en que, al menos en las principales economías de la UEM, esas tensiones inflacionistas se presentan asociadas al encarecimiento de la energía y al añadido de la depreciación del euro, lo relevante es frenar uno de estos dos factores, y sobre esto, el BCE poco puede hacer. Lo que sí puede es estrangular la fase de expansión de las economías centrales de la zona si continúan las elevaciones en el precio del dinero: desde el 2,5% en que el tipo de referencia estaba situado el pasado noviembre, son seis las subidas decididas hasta el 4,5% actual, trasladadas rápidamente por el sistema bancario a sus clientes.

La eliminación al menos de uno de esos dos factores exige actuaciones distintas al encarecimiento del precio del dinero. La debilidad de la moneda europea es consecuencia del mayor atractivo del área del dólar para las inversiones a largo. A la política monetaria no se le puede exigir lo que no puede dar, y, en todo caso, de poco servirán las subidas de tipos sin medidas orientadas a la mejora de la productividad. La recomendación del BCE a los Estados miembros respecto al saneamiento de las finanzas públicas es válida, pero insuficiente. Algunos Gobiernos, entre ellos el español, deberían prestar tanta o más atención que la que dedican a garantizar un déficit cero a poner las condiciones para mantener en ascenso la productividad: mejorando las condiciones de oferta y la eficacia de los mercados.

El aprovechamiento de esta fase de expansión en la economía mundial, el relevo de la demanda interna por el de la demanda exterior -conveniente para la reducción de la tasa de inflación- pasa por hacer más eficientes nuestras empresas y por el aumento de la inversión, incluida la de carácter público. Especialmente, de la orientada a potenciar esa nueva economía determinante del éxito norteamericano: inversiones en educación, investigación y equipamiento tecnológico.

Los vientos favorables que, al amparo de unos tipos bajos, han empujado a la economía española desde las vísperas de la entrada en el euro empiezan ahora a ser menos propicios. En las familias, empresas y administraciones públicas ese espectacular saneamiento financiero, el principal impulsor del milagro económico español, ha concluido hace meses. Corresponde ahora que las autoridades nacionales hagan política económica a pie de obra, afectando a los fundamentos estructurales de la economía, corrigiendo las imperfecciones en el funcionamiento de sus mercados y los privilegios de que algunos agentes siguen disfrutando.

De que el Gobierno incorpore adecuadamente en su agenda económica del curso entrante esas prioridades va a depender la prolongación de la excepcional etapa de los últimos años a través del aprovechamiento de lo que, si no median repuntes adicionales en los precios del petróleo, puede ser el mejor año para las economías europeas desde que el proyecto de unificación monetaria fue concebido.

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