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Pekín envía 2.000 agentes a sofocar una revuelta de campesinos

El Gobierno chino envió 2.000 agentes paramilitares armados a la provincia oriental de Jiangxi para sofocar la revuelta que durante díez días protagonizaron unos 20.000 campesinos en protesta por los altos impuestos que les exigen las autoridades locales. Aunque no se ha informado de muertes o heridos, durante los disturbios se destrozaron locales oficiales y se saquearon las casas de familias adineradas de la zona. Decenas de campesinos han sido detenidos y fueron necesarios cinco días para controlar las protestas, que comenzaron el pasado 13 de agosto, aunque hasta ayer no fueron confirmadas por las autoridades de Pekín.

Según fuentes oficiales los incidentes empezaron cuando los habitantes de la localidad de Yuandu comenzaron a repartir copias de un folleto en el que se afirmaba que el Gobierno central estaba intentando reducir los impuestos excesivos, dando a entender que la responsabilidad era de las autoridades locales. La policía de Yuandu prohibió su difusión, acusándolos de imprimir documentos sin licencia. Las fuerzas de seguridad procedieron seguidamente a derribar las casas de varias personas que tenían deudas con el fisco, desatando la ira de los agricultores, que asaltaron el ayuntamiento y las casas de los dirigentes locales.

La revuelta se extendió rápidamente por otras aldeas de la zona, donde unos 20.000 campesinos han protagonizado en los últimos días actos de protesta similares, según informó el Centro de Información para los Derechos Humanos y la Democracia, con base en Hong Kong.

Los manifestantes se quejan de que la alta presión fiscal se lleva dos tercios de sus ingresos, condenándolos a malvivir con sólo 12 dólares (2.200 pesetas) anuales por cada acre de tierra que cultivan.

Fuentes disidentes aseguran que, aunque suelen ser silenciadas, en la mísera China rural son frecuentes estas protestas contra las autoridades locales, que habrían adoptado el papel de los antiguos caciques, con un poder casi feudal sobre las vidas de los campesinos.

Paradójicamente, la revuelta se produce en el mismo lugar desde el que el PCCh lanzó la revolución hace 50 años, con el apoyo masivo de los agricultores que no podían soportar el peso de los elevados impuestos.

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