Chevènement renuncia al poder para no tener que aprobar la autonomía corsa en Francia
Un Jean-Pierre Chevènement tranquilo pero puntilloso -"soy ministro de Interior hasta que el diario oficial no publique mi dimisión"- explicó ayer a los franceses que su decisión de abandonar el Ejecutivo no era "el resultado de haber renunciado a la cuestión previa de la condena de la violencia por parte de los nacionalistas corsos", sino a que le parecía intolerable "la cesión del poder legislativo a una Asamblea regional". Que ese poder esté enmarcado por la Asamblea Nacional, condicionado a un cambio constitucional y a cuatro años, como mínimo, de prueba, no tranquilizaba a Chevènement.
"El artículo número 34 de la Constitución no permite repartir el poder de hacer la ley. La nación francesa es una, la República es una, y no se trata de un paréntesis. No creo que tengamos que volver al antiguo régimen", dijo el dimisionario.La referencia a Córcega fue constante en la medida en que ésa fue la causa de los desacuerdos y de su salida del equipo gubernamental, pero Chevènement no pudo evitar alguna comparación con el País Vasco. "Si se acepta la creación de una Asamblea legislativa corsa, ¿por qué no una vasca o bretona?", dijo al tiempo que insistía "en el problema que representan para las democracias las minorías violentas".
La eventualidad de cambiar su cartera de Interior por otra no fue ni tan siquiera estudiada. "Es un problema de dignidad. Cuando formas parte de un Gobierno eres solidario con todo lo que éste hace, lo asumes aunque tengas algunos reparos. Si hoy la política está desprestigiada se debe a que da la sensación de que muchos políticos hacen carrera al margen de cualquier convicción personal".
Sobre su futuro no fue muy preciso pero dio alguna pista: "Espero seguir influyendo y eso se puede hacer desde fuera del Gobierno. Creo que hay que reforzar una corriente republicana de izquierda. Y creo también que mi partido, el Movimiento de los Ciudadanos (MDC), ha de saber cómo continuar respaldando críticamente al Gobierno de mayoría de izquierda de Lionel Jospin, una persona en la que tengo confianza porque sé que sabrá mantener el rumbo de su equipo".
En realidad, aunque Chevènement no quiso decirlo abiertamente, los problemas entre él y Jospin nacieron desde el momento en que el Gabinete del primer ministro asumió la responsabilidad del tema corso tras el grave accidente cardiovascular vivido por Chevènement en octubre de 1998. Durante cuatro meses, el Ministerio del Interior perdió el control, los cuatro meses que tardó el ministro en recuperarse de un paro cardíaco de casi una hora. "Lo que no puede olvidarse, aunque no se diga lo bastante a menudo, es que la policía ha obtenido éxitos importantes en Córcega".
Reacciones diversas
Para la oposición conservadora gaullista la dimisión del ministro "hace que este Gobierno de izquierda plural sea cada vez más un Gobierno singular", mientras que para los liberales como Alain Madelin "la dimisión sólo confirma la constancia de Chevènement en el error".El líder del corsismo moderado, el también liberal José Rossi, sostenía ayer "que el error era no haber cesado a Jean-Pierre Chevènement cuando el escándalo del prefecto Bernard Bonnet", en tanto que entre los soberanistas de derecha, encabezados por Charles Pasqua, lo que había que poner de relieve era "que los hombres de carácter de este Gobierno tienen tendencia a abandonarlo".
Para Jean-Guy Talamoni, portavoz del nacionalismo autonomista e independentista corso, "la noticia de la dimisión es un elemento positivo para un proceso de pacificación que así se consolida". "Creo que el ministro de Interior ha comprendido que su desacuerdo con el primer ministro era total y que ha sido honesto al sacar todas las consecuencias de ello. Pero que quede claro, su marcha del Gobierno no era un objetivo político de los nacionalistas", añadió.
Entre la izquierda gubernamental las actitudes variaban. Algunos socialistas habían manifestado su respaldo a las posiciones jacobinas de Chevènement, otros le reprochaban el que jugase con las dimisiones para garantizar la supervivencia política del MDC. Los ecologistas celebraban discretamente la desaparición de alguien con quien nunca se habían entendido mientras que los comunistas guardaban silencio.
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