Cumpleaños periodístico en la cárcel
Lo último que podían pensar sus padres cuando San San Nweh vino al mundo en la localidad birmana de Tha-ya-wadi era que su hija, renombrada periodista y escritora, cumpliría hoy 56 años aislada en una celda de la prisión de Tharrawady, a 150 kilómetros de Rangún. En realidad, lleva seis años celebrando su cumpleaños entre rejas y, si la presión internacional no lo consigue impedir, lo hará igualmente durante otros cuatro.San San Nweh, Premio Reporteros sin Fronteras-Fundación de Francia 1999, personifica un palmarés que sólo las más férreas dictaduras son capaces de ostentar: Myanmar (antigua Birmania), con 12 periodistas encarcelados, encabeza la lista de regímenes que sobreviven gracias a su ensañamiento con la libertad de expresión.
Periodista durante 30 años y autora de 12 novelas y centenares de relatos cortos y poemas, San San Nweh sufre brotes de malaria, así como problemas de riñón y de la vista. Su hija mayor, Ma Myat Mo Mo Tun, de 25 años, también escritora y activista política, se encuentra asimismo en prisión. Los servicios secretos militares impiden, mediante amenazas, que tanto la anciana madre y abuela y los amigos les envíen alimentos o dinero.Dos fueron las sentencias que recayeron en 1994 sobre San San Nweh, la primera mujer que se licenció en periodismo en su país. Una de siete años por "difundir informaciones perjudiciales para el Estado" con el objetivo de "provocar disturbios", y otra de tres por "expresar puntos de vista partidistas" a periodistas extranjeros en abril de 1993 y "suministrar información sobre la situación de los derechos humanos al comisionado especial de la ONU para Birmania".
"Todo lo que quiero es vivir como escritora, en libertad", le espetó San San Nweh en abril 1990, cuando cumplía una anterior condena por complicidad con la opositora Liga Nacional para la Democracia, al teniente coronel Than Tun, de la inteligencia militar birmana, quien pretendía atraerla a la causa gubernamental.
"Creo que no es deber de los escritores participar personalmente en las batallas políticas; estoy convencida de que un escritor cumple con su deber simplemente observando y registrando lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto que emana de esas batallas", escribió en 1993. "Es deber de los escritores decirles a los que no sienten vergüenza cuando debieran sentirla que esto es algo de lo que hay que avergonzarse". San San Nweh sueña -esto no se lo pueden prohibir- con que en su nación reine una democracia que le permita "poner en práctica" sus convicciones.
Un sueño que, por ahora, reviste rasgos de pesadilla insoportable en un país en el que está prohibido el uso de expresiones tales como "democracia" o "derechos humanos", o donde pueden caerle 15 años de cárcel a alguien si posee un ordenador que no esté debidamente registrado, por no hablar del acceso a Internet, exclusivamente en manos estatales.
Las leyes birmanas prohíben toda crítica contra las autoridades. La ley de prensa prevé 20 años de cárcel por la publicación de artículos que "minen y saboteen la estabilidad del Estado". Los periodistas extranjeros no pueden realizar libremente su labor, es ilegal leer piezas publicadas por miembros de la oposición en el exilio o escuchar emisoras internacionales.
Valga este ejemplo: el pasado 19 de enero, U Than Chaum, de 70 años, fue sentenciado a dos años en virtud del artículo 505(b) del Código Penal, por escuchar la emisora Voice of America en el salón de te que posee. Aquellos que deseen sumar su firma a las peticiones solicitando la liberación de San San Nweh pueden hacerlo en la dirección www.rsf.fr de Internet.
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