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La deuda pública de la Comunidad en relación al producto bruto es la más alta del Estado

La relación entre las deudas acumuladas por la Generalitat Valenciana y la capacidad de producción de los ciudadanos de la Comunidad ha crecido de forma sostenida desde 1995 y alcanzaba a finales de 1999 el índice más alto del Estado, el 8,9%, un dudoso honor que los valencianos sólo comparten con sus vecinos catalanes. La modificación de los sistemas contables del Banco de España, de acuerdo con instrucciones de la Unión Europea, ha sacado a relucir gran parte de la deuda trasladada a empresas públicas y pone de manifiesto la difícil situación de la Comunidad Valenciana.

Vicente Rambla, consejero de Hacienda desde hace poco más de un año, celebraba en privado la afortunada expresión con que esquivó los primeros envites de la oposición en torno al desmedido crecimiento de la deuda pública de la Generalitat Valenciana: "La deuda me ocupa, pero no me preocupa".La deuda de los valencianos en relación a su capacidad de producción permitía presentar un panorama relativamente optimista de acuerdo con los datos oficiales del Banco de España a finales de 1998. Entre las comunidades autónomas con un nivel similar de competencias y excluidos los registros de vascos o navarros debido a la especificidad de sus conciertos económicos con el Estado, los valencianos podían sentirse relativamente tranquilos: Cataluña, Galicia y Andalucía ofrecían peores indicadores.

Sólo un año después, las tornas han cambiado. Los descensos del peso de la deuda pública en relación al producto bruto registrados en Andalucía, Cataluña o Galicia contrastan con un crecimiento notable en la Comunidad Valenciana. De hecho, a lo largo de los últimos cinco años el aumento de un punto porcentual en Cataluña, ocho décimas en Andalucía, una en Galicia o el descenso de dos en la Comunidad Canaria contrastan con una subida del 2,6% en la Comunidad Valenciana.

La incorporación de la deuda de las empresas participadas en más de un 51% por la Generalitat Valenciana explica, en parte, este salto. Hasta la fecha, el Banco de España sólo sumaba las deudas de los organismos públicos, pero el registro de las obligaciones acumuladas por sociedades como Ciutat de les Arts i les Ciències, SA; o Ferrocarrils de la Generalitat, SA, tienen un importante reflejo en los valores absolutos de la deuda pública de la Generalitat valenciana.

Rambla atribuyó el aumento de la deuda el pasado lunes a las nuevas competencias asumidas por la Generalitat a lo largo de los últimos años. Este argumento, sin embargo, no se sostiene ya que el contenido económico de los últimos traspasos es mínimo.

Jordi Sevilla, responsable del área Económica de la ejecutiva federal del PSOE, considera que la estrategia que pasa por reducir el déficit público de la Administración mediante una ficticia disminución de los gastos ha provocado un inevitable aumento de la deuda pública. La contabilidad creativa aplicada por el PP desde su llegada al poder en la Generalitat Valenciana -como poco después en el Gobierno del Estado- consiste en trasladar las obligaciones de la Administración a nuevos entes aparentemente ajenos al aparato administrativo que asumen gran parte de los gastos públicos, pero que deben recurrir al crédito para poder afrontarlos.

El PP, según Sevilla, se limita a perseguir la "rentabilidad política" y olvida el componente social del gasto público. No corresponde a los socialistas poner en cuestión la necesidad de recurrir al crédito ajeno para afrontar inversiones necesarias para garantizar servicios públicos, pero sí denunciar la selectiva transferencia de fondos públicos por intereses exclusivamente políticos o el impulso oficial de grandes inversiones privadas, cuyo ejemplo emblemático en la Comunidad Valenciana es Terra Mítica.

El dirigente socialista está convencido de que los populares mantendrán viva la estrategia de enmascarar el déficit público a costa de engrosar la deuda, convencidos de que el superávit formal de las arcas públicas entraña una rentabilidad política inmediata. Efectivamente, el presupuesto de la Generalitat del ejercicio 1999 se cerró con un mínimo superávit, un artificio contable que coincide con el mayor salto de la deuda en números absolutos.

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