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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Promoción rocambolesca

La edad y los excesos acabaron con Rocambole. Cargan mayor culpa los segundos, pues el tiempo nunca termina de borrar del todo el recuerdo de los héroes, y éste lo fue, del folletín, pero héroe al cabo. Ganó la fama a base de exageración y sucesos espectaculares: hazaña y disparate a partes iguales. De todas las estelas levantadas en su memoria, perdura intacta una que ha hecho inmortal su nombre: rocambolesco.Este adjetivo le viene al pelo al reciente proceso de promoción interna que ha realizado el Ayuntamiento de Vitoria, concretamente el de las plazas de administrativos. Pero si inverosímiles eran las aventuras de nuestro personaje, el esfuerzo que ha hecho el Departamento de Función Pública por superarlas ha sido fantástico y, lo que es peor, lo ha logrado.

Éste es el argumento de la "novela municipal", un nuevo género: tras años de sequía acaban por convocarse varias plazas de la misma escala, pero de características distintas: unas, con perfil preceptivo de euskera e idioma (inglés, francés, etcétera); otras, con perfil y sin idioma; sin idioma ni perfil, el resto, en una proporción aproximada de 60% "con" y 40% "sin". Como es lógico, a las plazas perfiladas e idioma sólo pueden presentarse aquellos aspirantes que acrediten el nivel exigido de euskera y el de la otra lengua; a las de perfil simple, quienes cuenten sólo con el primero; a las demás, cualquiera.

No hay que olvidar que el Ayuntamiento paga los cursos, libera del trabajo al funcionario mientras estudia, debe cubrir su puesto con personal contratado temporalmente, que en el procedimiento selectivo estos conocimientos se valoran y puntúan según distintos criterios, con lo que los aspirantes ya parten con algunos metros de ventaja y pueden ser -que lo son- determinantes.

Se realizan las pruebas: idéntico examen para todos, no hay ejercicio específico alguno donde demostrar que se tienen los conociemientos lingüísticos que ya se han valorado. Las puntuaciones conseguidas se incrementan con aquéllas anteriores y se reajustan las posiciones. Y, por fin, llega el momento de adjudicar las plazas ofertadas; teóricamente, por orden de mayor a menor calificación, pero ¿qué ocurre? Que quien se presentaba a las plazas con perfil y otro idioma, porque reunía aquellos requisitos, que le han valido un buen puñado de puntos y donde se ha encontrado mucha menos competencia, opta por una de las ordinarias, con lo que deja una vacante y a otra persona en la estacada. ¡Sorpresa, estupor, asombro, desconcierto! Y más: si todos se hubieran dedicado a hacer lo mismo -y nada se lo impedía, salvo su propia honestidad- el desaguisado habría sido de escándalo: cuatro personas, de 13, en la misma situación, un 30%, que se dice pronto. Y un tercer caso que podía haberse producido perfectamente: un aspirante que ha aprobado, pero sin plaza la consigue y los que están por delante no. ¡Qué cosas!

¿En qué estarían pensando en el departamento cuando se elaboraban las bases de la convocatoria? Pues o lo han hecho involuntariamente, lo cual es grave y muestra una gran incompetencia por no haber previsto detalles de este calibre, o ha sido de forma intencionada, lo que es peor.

Después de lo visto no sé si cabe esperar que el camino abierto no será paradigma de la próxima Oferta Publica de Empleo, donde los participantes no se juegan un puesto u otro, sino el trabajo o el paro.- Ángel Ramón Cortés. Vitoria.

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