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El temor a la privatización desata el recelo y la cautela

Con mucha cautela y adelantándose a las críticas, el titular de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, trató de diferenciar la pasada semana entre lo que puede ser la liberalización del sistema ferroviario y lo que es la privatización que temen los sindicatos. Liberalización equivale, en los planes que maneja el Gobierno, a asegurar el acceso a las infraestructuras ferroviarias públicas , en condiciones de igualdad y de competencia, a todas aquellas empresas privadas dispuestas a prestar un servicio determinado y a competir con Renfe.

Privatizar, por el contrario, no es facilitar el acceso a esas infraestructuras -que seguirían siendo propiedad pública-, sino de alguna forma,vender esas infraestructuras a empresas privadas, que a partir de ese momento, prestan el servicio de que se trate.

La mayor parte de los países europeos, empujados de buen o mal grado por las directivas de Bruselas, han dado pasos para liberalizar el ferrocarril, un delicado sistema de transporte en el que se mezcla el negocio con el concepto de servicio público esencial y hasta los intereses estratégicos nacionales.

Reino Unido

Pero sólo el Reino Unido dio el gran paso de la privatización. El resultado ha sido desastroso. El sistema ferroviario británico, según afirman todos los expertos y corroboran encuestas y estadísticas, ha perdido calidad, fiabilidad e incluso seguridad. El usuario británico no ha visto descender los precios del transporte y al Estado, finalmente, el tren le cuesta dos veces y media más de lo que le costaba la fenecida y estatal British Rail.Frente a tal panorama, en Renfe se esgrimen datos que, teóricamente, demuestran cómo en España, la empresa estatal ha mejorado su situación, de cara a la liberalización, ahorrando dinero al Estado.

Así, según las cuentas de la compañía que dirige Miguel Corsini, lo que se denomina sistema ferroviario (infraestructura viaria, circulación, cercanías, regionales y pago de deuda) costaba hace cinco años al Estado 310.000 millones de pesetas y ahora 230.000 millones.

Cuentas al margen, la carrera para tomar posiciones en el proceso de liberalización del ferrocaril que se ha anunciado desde Fomento está abierta desde hace tiempo. Prácticamente todas las empresas privadas que se dedican al transporte, solas o en agrupaciones, tienen ya diseñados sus planes para explotar servicios ferroviarios.

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