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Reportaje:FIESTAS DE VITORIA

Blusas veteranos: 'Quien tuvo, retuvo'

"Quien tuvo, retuvo y guardó para la vejez", dice un refrán y los blusas veteranos lo conocen mejor que nadie. Su día en las fiestas de La Blanca, cuando decaen las fuerzas de los mozos jóvenes, está dominado por una concepción de la fiesta alejada de todo exceso y marcada por un ritmo pausado, un allegro idóneo para estos juerguistas que en su mayoría gozan de la jubilación después de años de trabajo en las empresas vitorianas.Fue justo en un año marcado por las luchas obreras, en 1976, cuando se inició esta costumbre en la que los que en teoría se habían retirado de las fiestas volvían a gozar del protagonismo de sus años jóvenes. Y el respaldo es unánime, salvando las ausencias obligadas por la enfermedad o la muerte. Así se pudo disfrutar ayer desde primeras horas de la mañana, antes de que levantara la espesa niebla que cubría Vitoria desde el amanecer.

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A las nueve, se reunieron un centenar de ellos en la iglesia de San Miguel para realizar la tradicional ofrenda a la Virgen a la que siguió un pequeño pasacalles que les llevó a la plaza de toros (donde adquirieron las últimas entradas para la corrida de ayer) y a un conocido restaurante para almorzar.

Aunque la indumentaria es la misma, las costumbres han variado. Así lo recordaba Cándido Alsúa, miembro de las cuadrillas de Los que Faltaban y Los Vainas: "Éramos igual de juerguistas, pero bailábamos mejor y, sobre todo, teníamos más sensibilidad con los que no podían disfrutar con las fiestas: hacíamos visitas al hospicio y a otras instituciones de caridad".

Y en cuanto a la ingesta de alcohol, cuya desmesura es tan característica de los blusas, Cándido Alsúa también matiza que ellos bebían de otra manera, que no menos. "Lo nuestro era más el vino y, como mucho, el peppermint con leche, lo que llamábamos vaca verde", apostilla.

Pero ahora son tiempos de templanza. Como antes, los blusas veteranos no gozan (a diferencia de los actuales) de la subvención municipal para su juerga. Cuando iniciaron sus correrías ponían un par de duros a la semana durante el año para poder financiarse el abono a los toros y el resto de los entretenimientos festivos. Como ayer reprodujeron un año más con la subida a la plaza de toros, en alegre confraternización con sus compadres más jóvenes.

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