Los primeros 365 días de Sanz

El Ejecutivo de UPN cierra un año de gobierno sin aclarar si anticipará las elecciones

"A medio gas"

El Gobierno navarro se ha ido de vacaciones tras su primer año de gestión sin desvelar la mayor incógnita política del nuevo curso: la posibilidad de que su presidente, el regionalista Miguel Sanz, disuelva el Parlamento foral y convoque elecciones anticipadas si las relaciones con sus actuales socios del PSN-PSOE se deterioran.La esperada modificación del artículo 20 del Amejoramiento del Fuero, que permitirá al presidente la disolución anticipada del Legislativo, será realidad el próximo otoño y, aunque Sanz ha acabado el actual curso político asegurando que un presidente responsable "no puede convocar elecciones anticipadas con argumentos partidistas", lo cierto es que, a renglón seguido, ha añadido que consideraría legítimo hacerlo si entiende que se "hace inviable la propia gestión y acción de Gobierno".

Y Sanz introduce en ese amplio concepto de inviabilidad en la acción de Gobierno cuestiones como la reiterada petición parlamentaria de hacer gratuita la Autopista de Navarra, que el PSN viene encabezando y que motivó una seria advertencia de UPN a sus socios presupuestarios de que eliminar los peajes de la A-15 hipotecaría el futuro económico de la región.

Sanz llegó a insinuar que antes de verse obligado a sancionar una decisión parlamentaria en tal sentido actuaría en consecuencia. ¿Elecciones anticipadas? En cualquier caso, un toque de atención que no ha sido aclarado y que el secretario general del PSN, Juan José Lizarbe, considera "inexistente". "La gratuidad de la A-15 es perfectamente viable y Sanz es un hombre inteligente que sabe que los ciudadanos nunca le perdonarían el jaleo de unas elecciones anticipadas que no son necesarias y en las que, incluso, UPN se arriesgaría a recibir un voto de castigo", opina el líder regional socialista.El pasado día 29, el Ejecutivo regionalista cumplió su primer año de mandato. Los socialistas, que firmaron un compromiso presupuestario de legislatura con Sanz, consideran que el Gabinete ha actuado "a medio gas" y que sólo ha funcionado en lo que ellos pactaron con UPN. El resto de la oposición concede al partido de Sanz un rotundo suspenso.

El jefe del Ejecutivo foral ha recibido con "desdén" las críticas de IU, EA-PNV, EH y CDN. "Son como un disco rayado", ha dicho el presidente, quien ha recordado el escaso peso específico de los 17 escaños (sobre 50) que suman esos cuatro grupos.

No obstante, a Sanz sí le preocupa la actitud que adopte a la vuelta de vacaciones el PSN, cuyos 11 escaños necesita para sacar adelante los presupuestos y aprobar cualquier proyecto de ley. Tras los comicios de 1999, el acuerdo fue fácil. Se justificó en la necesidad de reforzar las señas de identidad de Navarra y de frenar al nacionalismo vasco, que consiguió un 20% de representación parlamentaria.

"La situación política sigue siendo difícil por el panorama de violencia terrorista", reconoce Lizarbe, "pero UPN no puede pretender beneficiarse indirectamente de la imposibilidad de que los socialistas hayamos articulado un gobierno alternativo para obligarnos a no realizar oposición política". "Nosotros somos responsables con la estabilidad de Navarra. Pactamos acuerdos presupuestarios, los cumplimos y fuera de eso aspiramos a sustituir a UPN en el Gobierno y a ejercer una oposición fuerte y eficaz", concluye Lizarbe.

Sin embargo, 365 días de andadura conjunta han puesto de manifiesto las profundas discrepancias entre los dos principales partidos navarros. Política fiscal, liberalización de peajes en la A-15, ciclos escolares de 0 a 3 años en la red pública, desmantelamiento del campo de tiro de Bardenas, proyecto de televisión digital, Defensor del Pueblo, liberalización del sector farmacéutico,... Todos ellos han sido terrenos básicos de divergencia que han llevado a Sanz a expresar su deseo de "aclarar cuestiones no escritas" con el PSN antes de un nuevo pacto presupuestario.

Eso si el presidente no decide antes hacer uso de su nueva facultad y cae en la tentación de intentar aprovechar el efecto de la mayoría absoluta del PP para convocar elecciones en Navarra y lograr una mayoría similar (necesitaría sumar cuatro escaños a sus 22 actuales) que le permita prescindir de un PSN que le viene atando en corto desde el primer día.