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Japón recuerda a los muertos de Hiroshima con un llamamiento al desarme nuclear

La ciudad japonesa de Hiroshima recordó ayer el lanzamiento de la primera bomba atómica con una ceremonia en la que el primer ministro, Yoshiro Mori, pidió la eliminación de las armas nucleares. 50.000 personas se reunieron en el Parque de la Paz, construido a pocos metros del lugar exacto donde cayó la bomba hace 55 años, para rendir homenaje a las víctimas del ataque. Con la publicación ayer de una lista con las 5.021 personas fallecidas durante el último año a consecuencia de los efectos de la radiación, el número total de víctimas asciende ya a 217.137.

La celebración comenzó con un minuto de silencio a las 8.15 de la mañana, la hora en la que el 6 de agosto de 1945 el bombardero estadounidense Enola Gay lanzó el proyectil sobre esta ciudad industrial, situada al sureste de Japón. Unas 145.000 personas -de una población de 350.000- murieron durante los días que siguieron al ataque. Varios miles más lo hicieron más tarde a causa de las heridas y las enfermedades provocadas por la radiación. Tres días después fue bombardeada la ciudad de Nagasaki, poco antes de la rendición de Japón y el final de la Segunda Guerra Mundial.Durante su intervención, el primer ministro japonés, Yoshiro Mori, mostró sus esperanzas en el acuerdo adoptado en mayo en el seno de Naciones Unidas para revisar el Tratado de no Proliferación Nuclear de 1968. "Nuestro Gobierno va a continuar usando toda su influencia para empujar a la comunidad internacional a construir un mundo sin armas nucleares a corto plazo", aseguró.

El alcalde de la ciudad, Tadatoshi Akiba, también reclamó la desaparición del armamento nuclear y deseó que, lo que muchos consideran el acontecimiento más importante del siglo XX no sea olvidado en el siglo XXI. "Nuestra mayor victoria es que las armas nucleares no han vuelto a ser usadas en una guerra desde Nagasaki", afirmó Akiba en su discurso, a la vez que defendió la necesidad de pasar el testimonio de la tragedia a las futuras generaciones.

Aunque los embajadores de las cinco primeras potencias nucleares -Estados Unidos, China, Francia, el Reino Unido y Rusia- estaban invitados a la ceremonia de Hiroshima, sólo el representante ruso, Alexander Panov, estuvo presente.

Panov calificó el bombardeo atómico de Hiroshima de "la peor tragedia que el mundo ha visto", y aseguró que su país está dispuesto a favorecer un eventual desarme nuclear.

La ceremonia, en la que participó un coro de 300 niños y se soltaron 1.500 palomas, se vio ligeramente empañada por la acción de un hombre que fue detenido cuando pretendía abalanzarse sobre el coche del primer ministro. El individuo iba desarmado y Mori no sufrió ningún daño.

La ceremonia de Hiroshima marca el inicio de dos semanas de conmemoraciones en Japón coincidiendo con los aniversarios del bombardeo de Nagasaki y de la derrota japonesa por los aliados el 15 de agosto. Tras el acto Mori anunció su decisión de no realizar en esa fecha, en la que se celebra el final de la Segunda Guerra Mundial, una polémica visita oficial a un monumento religioso. En Yasukuni se rinde homenaje a los 2,6 millones de japoneses muertos en guerras desde el siglo XIX, incluidos criminales de guerra convictos. Las visitas a este monumento por primeros ministros y miembros del Gobierno japonés han sido fuertemente criticadas por otros países asiáticos, especialmente por China, que las consideran un insulto a las víctimas de las agresiones militares de Japón.

La visita de Mori había levantado especial polémica como autor de algunas declaraciones en las que reavivaba el militarismo japonés y afirmaba que el país era "una nación divina con el emperador en su centro". Aunque posteriormente se disculpó por causar confusión con su afirmación, se negó a retirarla.

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