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Entrevista:ALFONSO PERALESConsejero de Gobernación

"El Gobierno hace contrabando político al acentuar que hay avalancha de inmigrantes"

En vísperas de sus vacaciones, el consejero no relaja el tono crítico por el cambio legal en materia de inmigración.Pregunta. ¿Qué efectos tendrá una nueva Ley de Extranjería sin consenso social ni político?

Respuesta. El varapalo del Consejo General del Poder Judicial, las matizaciones del Consejo de Estado y del Consejo Económico y Social han hecho que la deriva reaccionaria del PP con la ley se haya reducido, pero el Gobierno comete un error al hacer una ley de tanta importancia despreciando la colaboración del PSOE y del mundo asociativo. El Gobierno se presenta como defensor de España ante una oleada de gente que puede poner en peligro nuestra convivencia, en vez de explicar que hace falta que vengan para mejorar nuestra actividad económica. Ni hay oleada ni avalancha. Después del proceso de regularización, los residentes no comunitarios en España no llegarán al 1,5% de la población. En Luxemburgo es el 37%. No hay una política de inmigración legal. El Gobierno tiene que resolver tres preguntas: cuántos inmigrantes se necesitan en España, dónde y cuándo.

P. ¿Qué margen tiene la Junta para cambiar las cosas?

R. La política de inmigración es competencia del Estado, al que le corresponden vigilar las fronteras y la regularización. Nuestra competencia se reduce a colaborar con el Gobierno y a garantizarle a los inmigrantes, legales o irregulares, la asistencia sanitaria, educativa y asistencial.

P. ¿Cree que el discurso del Gobierno sobre la Ley de Extranjería anima las actitudes racistas?

R. No. Lo que puede avivar el conflicto racista en España es la inmigración ilegal, que se convierte en enemigo de la actividad económica regular. Una gran bolsa de inmigrantes ilegales es la peor propaganda de la inmigración y enemiga de la aceptación. Son contratados por malos empresarios porque trabajan por la mitad del salario. El Gobierno no fomenta el rechazo, pero cuando acentúa tanto que hay una avalancha está haciendo contrabando, político por lo menos.

P. ¿Qué salida tienen los inmigrantes no regularizados?

R. La policía puede detenerlos, pero es absurdo. A Fernández-Miranda [delegado del Gobierno para la Inmigración] se le fue la lengua, Rajoy lo ha corregido. Siempre hay sensatos que corrigen a los insensatos. Era una estupidez. Tienen que regularizar a esas personas, con el mecanismo que el Gobierno quiera. Es mejor que estén regularizados. La ilegalidad es el factor de marginalidad y la marginalidad, el factor de conflictos raciales y sociales.

P. Se acerca la entrada en vigor de la ley de la Responsabilidad Penal del Menor. ¿La policía autonómica tendrá que dar un salto cuantitativo?

R. La Junta suscribió un convenio con el Gobierno para convertir más de 500 miembros de la policía nacional en autonómica. Tenemos sólo la mitad. Dicen que no es posible aumentarlo y, en cambio, en Galicia superan lo establecido. No vamos a convertirlo en conflicto, pero tendrán que reconocer nuestra realidad. Con los menores marroquíes tenemos un problema de seguridad. La policía autonómica, eficaz pero escasa, no puede estar detrás de cada uno que abandona el centro. La única fórmula es que se quede cuando no es posible identificarlo. Si logramos saber quién es, se devuelve. Lo chocante es que Andalucia tutele a miles de jóvenes marroquíes. Hace falta que los Gobiernos español y marroquí agilicen la identificación para devolverlos a sus familias.

P. La presentación reciente de dos recursos contra medidas del Gobierno, ¿entierra la etapa de diálogo iniciada tras las últimas elecciones?

R. Seguimos con todas las vías de diálogo abiertas con el Gobierno. Lo que no puede hacer una Administración, si sus servicios jurídicos le advierten de que una decisión del Gobierno invade sus competencias, es mirar hacia otro lado. La modificación de la ley del Suelo invade competencias municipales, es lesiva y estamos seguros de que invade competencias de la Junta. En los horarios comerciales ha sido casi generalizado el recurso. Renunciar sería una dejadez o, peor todavía, un temor a las represalias del Gobierno. Pero estamos convencidos de que el 31 de diciembre veremos en medidas como los presupuestos cómo se avanza en materia del censo, la transferencia de políticas activas de empleo e hidráulicas y mejoras en el sistema de financiación.

P. ¿Por qué están seguros? ¿Ha habido ya algún compromiso del Gobierno?

R. Porque es de justicia. La mayoría absoluta del PP le debería dar seguridad en sus relaciones con los Gobiernos autonómicos cuando no son reivindicaciones que desbordan el bloque de constitucionalidad. Si las demás comunidades tienen las políticas activas de empleo, ¿por qué no las va a tener Andalucía? El problema del censo tiene que reconocerse, ni siquiera admite una discusión técnica.

P. ¿Se transferirán competencias a los ayuntamientos?

R. A final de año, habrá algunas que se transfieran, pero el pacto local no tiene fin. Es un proyecto estratégico de los socialistas. El concepto de pacto local no es un proyecto cerrado, las problemáticas cambian permanentemente. Tiene que haber un papel más importante de la ciudad, la administración más cercana y que lo haga mejor tiene que disponer de la competencia. Sin que los consejeros se vayan a enfadar mucho, creo que hay algunas materias de servicios sociales que deben pasar a los ayuntamientos, pero no están determinadas, ni tengo el compromiso de la consejería afectada ni del Gobierno. Es mi posicion política personal.

"No se puede aplicar el cambio tranquilo aquí"

Pregunta. ¿Qué indica la aparición de seguidores de José Luis Rodríguez Zapatero en Andalucía?

Respuesta. La victoria de Zapatero va a ser muy positiva para todos. Hay que agradecerle que se presentara y a quienes lo apoyaron desde el principio. Los demás tenemos que estar contentos y celebrar el resultado del congreso.

P. ¿Qué repercusiones tendrá en Andalucía?

R. Hay que desechar dos errores. Uno, pretender aplicar en Andalucía lo que tiene que aplicar la ejecutiva federal en Madrid o la Comunidad Valenciana, donde el partido está en muy mala situación interna. Eso no ocurre aquí, donde es un partido electoralmente ganador e internamente muy estable y con un liderazgo indiscutible. Por tanto, no se puede aplicar el cambio tranquilo. Un error, que nadie defiende públicamente, sería sustituir a Manuel Chaves como secretario general porque es un error sustituir a alguien que ejerce un liderazgo eficaz y reconocido por todos. En segundo lugar, me parece un error admitir que Manuel Chaves es indiscutible, pero que quienes le han acompañado en ese recorrido tienen que dejar la dirección. El cambio que hay que aplicar en Andalucía es programático: listas abiertas, incompatibilidades, limitación de mandatos, oficina independiente del censo. En segundo lugar, vamos a ver qué personas son eficaces y pueden seguir representando innovación política. Conozco personas mayores creativas y ricas en sus propuestas. Hay que hacer cambios en los contenidos y formas de la política, y seguramente en las personas, pero eso no significa hacer tabla rasa de la dirección regional que ha ganado. En Andalucía no hay crisis.

P. Crisis, no, pero sí sectores de peso descontentos.

R. Sí, pero el secretario general del partido conoce eso y hará un esfuerzo de acomodación e integración. Se trata de aprovechar e incorporar lo positivo que tienen esos sectores, pero sería ridículo decir que todo lo que se ha hecho antes no vale. Aquí gobernamos la Junta, siete diputaciones y tres capitales de provincia, el partido es poderoso y cuenta con el apoyo de los andaluces.

P. ¿No chirría un poco que Chaves ocupe la presidencia federal y la secretaría regional?

R. Como presidente de la ejecutiva federal es la conexión natural de esta ejecutiva con sectores muy importantes del partido que ahora no están en la dirección. Pero su actividad prioritaria interna va a estar en Andalucía.

P. ¿Volverá a ser candidato a la presidencia de la Junta?

R. Los socialistas somos capaces de arruinar cualquier cosa y también podemos empezar a hablar de estas cosas. Podemos empezar a abrir el melón ese. El presidente acaba de ganar unas elecciones, yo no me presto a ese juego.

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