Sin final feliz
El pasado día 29 regresaba, junto a mi recién estrenado marido, de un maravilloso viaje por Costa Rica. Maravilloso hasta que Iberia decidió cambiar el final feliz del cuento. Sobre las cinco de la tarde volábamos de Miami a Madrid cuando, a la hora y media de vuelo, nos indican que vamos a aterrizar en Nueva York por "un problema técnico". Minutos después comprobamos cómo salía el combustible por las alas del avión, y cuando pedimos una explicación, la respuesta por parte de las azafatas fue: "Sabemos lo mismo que usted". Pasamos la hora y media más terrible de nuestras vidas, hasta que conseguimos aterrizar en Nueva York.Tardamos dos horas y media en desembarcar, nos montaron en varios autobuses y nos "soltaron" en un hotel en Nueva York. Por supuesto, ningún responsable de Iberia se encontraba allí. Tuvimos que dar la tarjeta de crédito en el hotel para poder dormir, porque la compañía aérea no había solucionado nuestra estancia allí (a la mañana siguiente lo arreglaron). Nadie sabía a qué hora nos pasarían a recoger los autobuses para llevarnos de vuelta al aeropuerto. Alguien escuchó algo acerca de las 11.00, que después fueron las 12.00, y el personal de Iberia siguió sin aparecer por allí.
Finalmente, a las 16.00 salimos, en el mismo avión de los problemas técnicos, hacia Madrid, con el nerviosismo que pueden imaginar: viajando en un avión que el día anterior no podía llegar a Madrid por una avería.Mi queja no es contra el comandante del vuelo, gracias a su decisión llegamos a Nueva York a salvo, aunque sí podría haberse dirigido al pasaje en algún momento para tranquilizarnos, sino contra una compañía que en ningún momento se ocupó de los 400 pasajeros que viajábamos en el vuelo. Su falta de información y de solución, después de la tensión sufrida hasta que aterrizamos, hizo que nos sintiésemos como un rebaño de ovejas. Me parece un trato desconsiderado con unas personas que lo único que pedíamos era algo de información y respaldo por parte de una empresa que nos ignoró en todo momento.-
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