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Tribuna:LA EXTRAÑA PAREJA.
Tribuna
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Desodorante sin alcohol

Al abandonar el cuarto de baño con los ojos muy abiertos, doy con un anuncio de la tele en el que una señora afirma que a su padre le gusta disfrutar sin diarrea de su tiempo libre

Juan José Millás

En el periódico me han pedido que escriba sobre la realidad, pero no me han dicho dónde se encuentra, ni qué aspecto tiene, de modo que voy con los ojos muy abiertos a todas partes, deteniéndome ante cualquier movimiento sospechoso de ser real. Así, al entrar en el cuarto de baño, he visto sobre la repisa un desodorante en cuyo recipiente pone, con grandes caracteres, que no tiene alcohol. Supongo que tampoco tiene lejía, pero no pone que no tiene lejía, ni que no tiene gasolina. Lo importante, al parecer, es la ausencia de alcohol. Creo haber descubierto en esta descripción negativa un rasgo de carácter de la realidad. De hecho, al abandonar el cuarto de baño con los ojos muy abiertos, doy con un anuncio de la tele en el que una señora afirma que a su padre le gusta disfrutar de su tiempo libre sin diarrea.¿Se dan cuenta? Otra proclama negativa disfrazada, en este caso, de un pensamiento afirmativo. Lo que viene a decirnos esta señora es que a su padre no le gusta la diarrea, aunque, curiosamente, sólo abomina de ella durante el tiempo libre. Recapitulemos: días libres sin diarrea y desodorante sin alcohol. No había podido yo imaginar que la realidad fuera tan curiosa, de otro modo me habría acercado a verla mucho antes. Está bien este baño de lógica estival, sobre todo después de haberse pasado uno el invierno escribiendo literatura fantástica. De hecho, después del anuncio negativo de la diarrea mental, sale Aznar y asegura que ETA tiene muchas razones para estar asustada, si bien los que tenemos cara de pánico somos nosotros. Aznar se ha apuntado también a la técnica de hablar de lo que no sucede. Sé que estos detalles son reales porque me muevo con los ojos muy abiertos.

He salido con los ojos muy abiertos a la calle, pues, para comprar unas pilas alcalinas para la radio, y en las instrucciones de estas pilas se hace una advertencia estremecedora entre grandes signos de exclamación: "Respetar las polaridades". Yo, con toda franqueza, jamás había respetado la polaridad, al menos de manera consciente. Claro, que tampoco me había dado cuenta de que usaba un desodorante sin alcohol. Ni siquiera me había planteado la posibilidad de que a mi padre le gustara disfrutar sin diarrea de su tiempo libre. Dios mío, creo que mis tendencias introspectivas me han alejado del mundo, de la realidad, hasta extremos preocupantes. Pero sigo leyendo el folleto de la pilas y dice que tampoco debo arrojarlas al fuego. Nunca se me había ocurrido arrojarlas al fuego, como no se me había ocurrido congelarlas, ni utilizarlas a modo de palillo de dientes. No dice, sin embargo, nada de que no se deban agujerear con saña, ni ingerir en bocadillo, ni utilizar a modo de supositorio. ¿Por qué? Ni idea, pero el prospecto añade, en cambio, que tampoco debo utilizar estas pilas con otras de clases diferentes (¿se referirá a clases sociales diferentes?), ya que podrían derramar su contenido.

Jamás una pila alcalina o de cualquier otra clase me había derramado su contenido. A la luz de esta información prescindiría de ellas de no ser porque estoy enchufado a infinidad de aparatos eléctricos. Al ir con los ojos muy abiertos he observado que no hay prácticamente establecimiento comercial en el que no vendan pilas, como si fueran más necesarias que el pan, que sólo se vende en el supermercado. Quizá el treinta por ciento o más de la realidad funcione a pilas, sin despreciar los hidratos de carbono. Pero tienen unas instrucciones negativas un poco intimidantes. Desodorante sin alcohol, días libres sin diarrea y no arrojar las pilas al fuego.

Mi primera impresión sobre la realidad es que se trata de un artefacto enormemente ingenioso, aunque sus instrucciones de uso están mal redactadas. Quizá se deba a que la realidad está hecha en gran medida en el sureste asiático, donde la mano de obra es muy barata, sí, pero donde no hay buenos traductores del inglés para los folletos explicativos. El desodorante que carecía de alcohol, por volver al principio de la crónica, tiene curiosamente alantoína, eso dice el folleto. Personalmente, casi preferiría que tuviera alcohol, que sé lo que es, a que tenga alantoína, que no sé lo que es. Pero es que yo estoy dominado por una personalidad enfermiza y prefiero disfrutar sin diarrea de todo mi tiempo. Esto es característico de la gente muy dada a la introspección. Por eso me viene tan bien zambullirme en la realidad. Pasado mañana, más. Y feliz año nuevo.José María Aznar

"ETA tiene muchas razones para estar asustada"

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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