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Gente

La casa rural de Schröder El canciller descansa en Mallorca Andreu Manresa

"Quiero estar mucho tiempo con la familia, a la que dedico muy poco tiempo". El canciller de la RFA, Gerard Schröeder (abril de 1946), ha previsto pasar 21 días de vacaciones familiares en Mallorca. "Entreno mi directo con Carl Uwe Steb (ex tenista de la RFA)", bromea. Durante la media hora de conversación con los periodistas juega entre los dedos y la boca con un habano clásico, fuma con eficacia y tranquilidad, pese al viento que sube vaporoso del mar cercano del Port de Valldemossa y la sierra de Tramontana. Este político socialdemócrata apreció ayer el nuevo vino blanco de la isla, comió mero al horno, tumbet (berengenas, patatas y pimientos fritos) y trempó (tomate con pimiento y cebolla); sorbió café sin azúcar y no disfrutó en exceso con el licor local de hierbas. En presencia del presidente de Baleares, Francesc Antich, otro político que quiere ser "un hombre corriente", el líder de la izquierda moderada alemana desveló que evita "los restaurantes y lugares lujosos, donde van todos los que llevan Rolex", y alabó el clima y el sol insular, después de soportar un julio de lluvia y frío centroeuropeo. Schröder, incómodo con la prensa amarilla germana, insistió a EL PAÍS que vive "con una maleta y no con doce", como huésped de pago en un modesto chalé de turismo rural junto a otros clientes, un matrimonio de Bremen, que desconocía. "Un viajero debe comer y beber lo que el país visitado produce", dice. Ayer por la tarde salió de compras en Palma con su esposa, Doris. "Yo no me gasto 750 marcos al día en hotel (unas 60.000 pesetas),¿qué se piensan?", reseñó austero el líder de la coalición rojiverde.

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