Parada y fonda
Hace apenas unos siglos, el territorio valenciano empezaba o terminaba donde está situada esta venta. Éste era un punto caliente de frontera, donde la gente que viajaba hacia Castilla o hacia Valencia paraba para refrescarse o calentarse, según temporada, renovaba bríos y continuaba su camino. Entonces entre Valencia y Madrid había ocho días de viaje y un circuito de ventas que las diligencias iban completando en uno u otro sentido.La Venta l'Home, que entonces se llamó Venta de Buñol, se construyó en el siglo XVII para dar asistencia a los viajeros y cobertura al cuerpo de guardia fronterizo, hasta que Requena y Utiel pasaron a formar parte del antiguo Reino de Valencia y se quedó en las funciones específicas de una casa de postas. Por allí pasaron y comieron reyes, nobles, pícaros y tunos, hasta que las castas empezaron a resquebrajarse. A principios del siglo XIX en las inmediaciones de esta venta se formó una colonia de obreros que trabajaban en la extracción de caolines. Este núcleo recibió el nombre de Venta Mina, y hasta él se desplazaron en alguna ocasión Pablo Iglesias y Vicente Blasco Ibáñez en busca de votos, para luego recuperar las energías gastadas en la arenga electoral con un plato de caliente.
En muy poco tiempo el camino real se había convertido en carretera, se había llenado de adoquines y sobre ellos empezaban a llegar los primeros automóviles y camionetas. Las distancias se habían reducido. Enseguida llegó el asfalto y el teléfono, y este sitio se convertiría en una parada de referencia para el trepidante tráfico rodado que se movía entre Madrid y Valencia. El viajero comía, estiraba las piernas y seguía hacia su destino.
Así se lo encontró el actual propietario, José Miguel Xemi Baviera. Su padre había comprado esta casona mientras él estaba en el servicio militar en África, adonde había sido mandado por la policía tras un expediente universitario abierto a causa de su implicación política en la Facultad de Económicas de Madrid. A mediados de los sesenta, cuando regresó a la venta, pretendía retomar sus estudios universitarios en Valencia, pero tenía que esperar unos años hasta que se la nueva Facultad de Económicas de Valenca llegase a su nivel. Mientras tanto, se puso a trabajar en la venta, pero cuando se dio cuenta ya no podía dejarlo.
Desde entonces ha sido el alma de este establecimiento, en el que se escribieron algunas páginas de la transición valenciana por ser parada obligatoria para los políticos que viajaban a Madrid a desatascar las negociaciones sobre el articulado del Estatuto de Autonomía. A partir de la inauguración de la autovía, los viajeros ganaron tiempo, pero la venta ha quedado escondida entre las ramas de los pinos. Sin embargo, si uno no se desvía unos metros para detenerse en la Venta l'Home es como si no fuese de Madrid a Valencia o viceversa.
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