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LA MONUMENTAL

Se rompió la racha

Entrega

Martín / Tato, Padilla, Uceda

Toros: 5 de María Lourdes Martin y 1 (sobrero, en 4º lugar) de Los Bayones, mansos y deslucidos. El Tato, silencio tras aviso y ovación. Juan José Padilla, ovación y ovación tras aviso. José Ignacio Leal, vuelta al ruedo tras aviso y palmas. Plaza Monumental. Barcelona, 30 de julio. Menos de media entrada.

Finalmente se ha roto la racha de éxitos en la temporada taurina barcelonesa. Culpa de ello, básicamente, para el mal juego de la corrida de María Lourdes Martín, mansa y descastada. Sólo alguno medio metió la cabeza como por obligación y realmente fue una lástima, porque la terna mostró disposición y oficio. Por todo ello, el público asistente echó a faltar especialmente las tres últimas tardes en la Monumental, con las dos salidas a hombros de José Tomás y la faena de Finito de Córdoba al indultado toro Zafiro.El Tato hizo una meritoria faena a su mansurrón primero, al que muleteó en hondura, mano baja, buena colocación y sometimiento. Tres pinchazos antes de una estocada desprendida le privaron de un posible trofeo. Su segundo fue devuelto a los corrales por renquear, siendo sustituido por el sobrero, también manso, en el que El Tato se mostró sólido y muy puesto, aunque alargó mucho el muleteo, que acabó perdiendo emoción, por la sosería del animal. Esta vez acertó a la primera con el estoque.

Juan José Padilla estuvo entregadísimo toda la tarde. Banderilleó a sus dos toros, haciéndolo todo él en el quinto. Con el segundo, reservón y que se quedaba corto, mostró, ante todo, decisión y valor, en un muleteo sólido y de mérito. El quinto manseó inicialmente, aunque acabó metiendo la cara por los dos pitones, con nobleza, pero sosamente.Al resistirse a morir, algunos espectadores creyeron que era un toro bravo. Padilla nos ofreció su faceta más seria, con los pies muy firmes en la arena. Alargó en exceso la faena y sólo al final recurrió al toreo efectista. Dos pinchazos antes de media estocada dejaron todo en una ovación.

Uceda Leal estuvo muy torero toda la tarde. Su primer toro de la tarde manseó de salida, embistió a oleadas en varas y se dolió en banderillas, pero tuvo cierta violencia y fue el único que transmitió emoción en el último tercio. La faena por ambos pitones fue estéticamente muy bella, tanto en el toreo fundamental, como en los adornos y los muletazos por bajo.

Una estocada, tardó el toro en doblar y la presidencia, otras tardes más dadivosa, no accedió a la no mayoritaria petición de oreja. Otro ejemplar mansurrón y soso, además de muy flojo, el que cerró plaza, portador de dos puñales por defensas y al que Uceda intentó aplicar su hondo y bellísimo toreo, aunque el astado desluciese los buenos deseos del madrileño.

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