La dirección del PSOE negocia una solución en Asturias sin "vencedores ni vencidos"
El principio del apoyo sin fisuras al presidente del Principado de Asturias, Vicente Álvarez Areces, es irrenunciable para la dirección del PSOE. Ahora bien, las partes en conflicto, la facción mayoritaria del grupo parlamentario y el propio gobierno de Areces, tienen que ceder en el pulso que ambas mantienen con fuerza para poner fin a la disfunción institucional que vive la Administración asturiana. Ésta es la filosofía que el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, expuso el jueves al presidente asturiano junto a su deseo de que no haya "vencedores ni vencidos".
A principios de la próxima semana el secretario de organización del PSOE, José Blanco, se trasladará a Asturias con la decisión de no abandonar la región hasta que la paz entre socialistas quede sellada. La nueva dirección federal no es pesimista respecto al resultado de su intermediación,entre otras cosas porque confían en la demostrada "responsabilidad" que, a su juicio, han mostrado a lo largo de los años los socialistas asturianos. Dos principios irrenunciables mueven al secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, al afrontar la crisis entre el sector mayoritario del Grupo Socialista, de tendencia guerrista, y el gobierno de Vicente Álvarez Areces. Por un lado, la restitución inmediata de la autoridad del presidente, que pasa por que el grupo parlamentario sea un instrumento de apoyo a su gobierno, y que el resultado de su intervención no lleve aparejado que haya "vencedores y vencidos", según miembros de la nueva dirección del PSOE.
Esta filosofía fue la que Rodríguez Zapatero transmitió en la tarde del jueves al presidente Álvarez Areces en una reunión, sin publicidad, que celebraron en Madrid. Este encuentro no significa, según las fuentes de la ejecutiva consultadas, que Madrid otorgue toda la razón, en el fondo del problema, a Areces, sino que quiere saber de primera mano los puntos de vista de cada uno. El secretario de organización, José Blanco, por instrucciones de Rodríguez Zapatero, tiene en la resolución de la crisis asturiana su tarea prioritaria, por lo que debe olvidarse de momento de disfrutar de unos días de vacaciones.
El tiempo apremia dado que la dirección federal confía en que el conflicto se haya cerrado antes de que el próximo 6 de agosto el consejo de administración de las Cajas de Ahorro de Asturias elija a su presidente.
En esta entidad financiera está el meollo del problema, pues el sector mayoritario del grupo socialista ejerció su postestad de presentar una proposición de ley, que aprobó con el apoyo del PP, relativa a las Cajas en contra del criterio del Gobierno regional. Además, ese sector mayoritario apoya para el puesto a Manuel Menéndez, con quien Areces ha mantenido un enfrentamiento permanente. La animadversión va en las dos direcciones, ya que Menéndez siempre que ha podido se lo ha demostrado a este presidente. Cuando el actual mandatario ocupaba la alcaldía de Gijón y en esa calidad formaba parte del consejo de administración de las Cajas su presidente, Manuel Menéndez, le suspendió del puesto seis meses antes de que culminara su tiempo. Cuando Areces llegó a la presidencia del Principado le destituyó.
Pero este hecho, origen del conflicto, no es ajeno al enfrentamiento, también lejano, entre el sector guerrista asturiano y Álvarez Areces. Zapatero quiere poner fin a todo esto. Y no le parece difícil, en tanto que en el 35º congreso, el pasado fin de semana, muchos delegados asturianos participaron del "espíritu del cambio", votando a Zapatero cuando inicialmente iban a hacerlo a favor de Matilde Fernández.
El secretario de organización quiere que el conflicto se resuelva "sin medidas traumáticas". "Tiene que haber mecanismos de coordinación entre el grupo parlamentario y el Gobierno para la toma de decisiones que eviten toda disfunción", se afirma desde la ejecutiva federal. "Queremos que las dos partes se sientan concernidas con la decisión".
Por su parte, el asturiano Francisco Álvarez Cascos, ministro de Fomento y ex secretario general del PP, se negó ayer tras el Consejo de Ministros a opinar sobre esta crisis en el Principado, similar a la que él padeció cuando Sergio Marqués ejerció como presidente de esa comunidad. Cascos no se atrevió a recomendar ninguna solución a Rodríguez Zapatero tras señalar que hacía un año y medio que se había "liberado" de la secretaría general del PP. Sí le deseó "mucha suerte y muchos éxitos" en una labor que admitió complicada, sobre todo después de este tipo de congresos de renovación.
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