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Fujimori sorprende a sus adversarios y nombra primer ministro a un opositor

Acosado por la creciente protesta popular contra su controvertida reelección y ante la amenaza del aislamiento internacional, el presidente de Perú, Alberto Fujimori, busca una nueva imagen más proclive al consenso, y para ello ha dado un sorprendente golpe de efecto al designar como jefe de Gobierno a un destacado adversario político. Federico Salas, alcalde de Huancavelica -uno de los departamentos más pobres, escenario en el pasado del terrorismo de Sendero Luminoso y que recibe hoy escasos recursos del Estado- y antiguo candidato presidencial por la coalición Avancemos, asume hoy, como primer ministro y titular, la cartera de Educación.

El nombramiento de Federico Salas ha sorprendido a buena parte de la opinión pública y de la clase política peruana. Su breve currículum político le situaba en la oposición al Gobierno de Fujimori, quien hasta ahora no le había tratado precisamente con cortesía. Saltó a la popularidad en septiembre del año 1997, cuando encabezó una larga marcha a pie y a caballo desde los Andes a Lima. Llevaba en el zurrón una larga lista de reivindicaciones de sus empobrecidos paisanos. En palacio, el presidente Alberto Fujimori lo recibió con un portazo.Salas declaró no hace mucho que el poder corrompe, subrayó la negativa imagen que aportaba al Gobierno el asesor presidencial Vladimiro Montesinos, y aseguró que si algún día alcanzaba la presidencia de la República destituiría al poderoso asesor y jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). El 1 de marzo calificó a Fujimori de "caradura" en unas declaraciones a la agencia de noticias mexicana Notimex. "Por eso no le vamos a dejar el camino libre retirándonos de la contienda electoral, pese a que el proceso está viciado y no existe transparencia", añadió.

Su candidatura quedó en cuarto lugar (2,22% de los votos) en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de abril pasado, por lo que no pasó a la segunda ronda. Salas acudió a felicitar a Alejandro Toledo, y estuvo en la tribuna instalada frente al hotel Sheraton de Lima, donde la noche del 9 de abril se concentraron miles de ciudadanos que clamaban contra el fraude. Ésa fue su única aparición pública, por lo demás muy fugaz, junto a Toledo.

No pasó mucho tiempo cuando el 10 de mayo recibió en Huancavelica, en su condición de alcalde, a Fujimori cuando éste acudió al departamento andino para un acto de campaña electoral. Las últimas noticias que se tuvieron de Salas señalaban que ultimaba la creación de un Partido Democrático Nacional, con el que pensaba concurrir a las presidenciales del año 2005.

Federico Salas, flamante jefe de Gabinete, ya no cree que el futuro de Montesinos sea un tema prioritario y proclama a los cuatro vientos que no es ningún tránsfuga porque no ha renunciado a ningún grupo político para pasarse a otro.

El alcalde de Huancavelica se presenta como la voz del Perú profundo y anuncia que su objetivo prioritario será la descentralización del país. "Es una situación negativa para nosotros", decía Joaquín Rivero, un campesino huancavelicano que llegó a Lima para participar en la marcha de protesta de Los Cuatro Suyos. "Yo vine aquí con Salas en la cabalgata desde Huancavelica, y Fujimori ni nos abrió la puerta. Ahora, Salas nos ha traicionado".

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Para muchos observadores, Salas será una reedición del caso de Javier Valle Riestra, el conocido abogado de derechos humanos vinculado al aprismo (Alianza Popular Revolucionaria Americana, APRA), que fue nombrado primer ministro por Fujimori el 4 de junio de 1998, cuando la popularidad del presidente estaba bajo mínimos. El margen de maniobra del nuevo jefe de Gobierno fue nulo y a los dos meses presentó la dimisión. El jefe del Estado ya ni le recibía. Salas es ahora un nuevo balón de oxígeno para el contestado Fujimori. ¿Hasta dónde podrá llegar?

El ascenso de Salas contrasta con la caída en desgracia del vicepresidente Francisco Tudela, que ha pasado de ser el delfín de Fujimori a un simple congresista, sin ningún puesto en el nuevo Gobierno. Consciente de que el régimen está acorralado, Tudela apostó por un recorte de los poderes de Montesinos. El jefe del SIN respondió de inmediato y los resultados están a la vista. El vicepresidente se bate en retirada, Salas es el valor en alza y el indestructible Montesinos tiene buenas posibilidades de dar el salto a un puesto más expuesto públicamente, sin dejar las riendas del aparato de inteligencia.

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