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Vacaciones con ocupación

El País

Más de 1.600 jóvenes se han sumado este año al veraneo en campos de trabajo

El trato es éste: por 10.000 pesetas, los gastos de desplazamiento y 20 horas de trabajo semanales el Gobierno vasco se compromete a pagar la manutención y a los monitores, además de los seguros, y el Ayuntamiento pone el alojamiento y actividades para el tiempo libre. Este verano, 1.684 jóvenes han dicho sí a los campamentos de trabajo (auzolandegis) que, con un presupuesto de 40 millones, organiza la Dirección de Juventud durante julio y agosto. De ellos, 1.025 son vascos que se van fuera y 659, extranjeros y chicos de otras comunidades que se desplazan a la comunidad autónoma.Trabajar y veranear, ésa es la filosofía de los auzolandegis, que funcionan desde 1983. Chicas y chicos de entre 18 y 26 años conviven durante 15 días con los mismo objetivos: conocer lugares y gente nueva y divertirse. Y eso incluye trabajar de 9.00 a 13.00 recuperando el patrimonio histórico de diferentes localidades o participando en acciones comunitarias, como el trabajo con personas ancianas.

Orduña es una de las 16 localidades vascas donde este año hay un auzolandegi en marcha. Aquí, 21 chicos trabajan en el acondicionamiento de las murallas, invadidas por la hiedra. Llegan de Alemania, Italia, Eslovaquia, Francia, Austria... Es un campamento internacional en el que el inglés, el español y el euskera se chapurrean por igual. Ellos afirman no trabajar demasiado, algo en lo que no está de acuerdo el alcalde, el peneuvista Xabier Eguiluz: "Han trabajado tanto que casi nos han agotado el trabajo que, pensábamos, daría para dos campamentos. Es una gente majísima que se ha integrado muy bien".

Claire Larbodie, francesa, y Matús Navrat, eslovaco, trabajan en un osario en las murallas. Ella ya conocía España: "Veraneo en Murcia todos los veranos, pero quería conocer otras zonas". Él esta haciendo el Interrail con un amigo y, tras dos semanas por Europa, han llegado a Orduña. "Durante los fines de semana hemos visitado San Sebastián, la ciudad más bonita del mundo, el Guggenheim... Lo malo es el clima, yo pensé que en España hacía más sol", dice. Estudia Derecho y castellano en Bratislava.

En Artziniega, trabajan 14 jóvenes. Hospedados en las escuelas, todos ellos son españoles y trabajan a cubierto. Están ayudando a catalogar y limpiar las piezas del Museo Etnográfico, además de barnizar los muebles de un antiguo colegio al que este año se trasladarán las instalaciones del museo. Proceden de Madrid, Valencia o Zaragoza, como Sara Cortés, que está tan a gusto que no la importaría quedarse otros 15 días.

"En general, los chicos se integran tan bien que el último día todo son lloreras", afirma Koldo Ruiz, coordinador de los campos. "Éstos, cuando llegue el [próximo] domingo lo van a pasar muy mal, porque es un grupo muy unido que lo está pasando muy bien". Pero el lunes llega el siguiente grupo que, durante otros 15 días, seguirán con el trabajo y la diversión.

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