Recorrido de fábula
"Encontrad las piezas, reunidlas y concluid la partida. El pergamino indica el camino. Leed, leed, cuidadosamente...". Al pie de uno de los retorcidos ficus de la Glorieta y con este mensaje tan poco acorde con los tiempos que corren, el Gran Druida comienza un curioso recorrido turístico y cultural por Valencia.Bajo el nombre Viviendo del cuento, José Luis Herranz, Víctor Aleixandre, Emilia López y Vicente y Pablo Peris, entusiastas del teatro, los niños y la ciutat del Túria, han inventado una original propuesta de animación urbana. Un abanico de personajes medievales, magos, caballeros, bufones, ladrones, pitonisas y princesas muertas, metidos en la piel de un puñado de jóvenes actores, guían al iniciado a través de los monumentos más emblemáticos de la Ciutat Vella.
Cuenta la leyenda que el rey moro Zeyyan y el cristiano Jaume I se cansaron de hacer la guerra y decidieron cambiar el campo de batalla por el tablero de ajedrez. El que ganara ocuparía Valencia. Pero ni a los reyes les salen las cosas como tienen previsto. Las tropas cristianas se sublevaron y salieron victoriosas. Jaume I, que tuvo que repartir las piezas del ajedrez por los monumentos de Valencia, se lamentó siempre de la partida inacabada.
Un grupo de niños encontró ayer las piezas escondidas en las fuentes, palacios e iglesias valencianas y acabaron la partida de ajedrez en lo alto del Micalet. Ésta es sólo una de las historias de Viviendo del cuento, que organiza originales recorridos adaptados a públicos de todas las edades. "La historieta de los reyes es una mezcla de realidad y ficción que permite a los niños conocer su ciudad y aprender divirtiéndose", explica Emilia.
Bajo un sol de justicia, José Luis, el bufón mudo, arrastra a los niños partidos de risa por la calle del Mar. El bufón se mete con todo el mundo: con el conductor, la rubia o el que se toma una caña en una terraza. Ya han visitado la Iglesia de San Juan del Hospital, la casa natalicia de Sant Vicent Ferrer y el Colegio Museo del Patriarca. "La gente va por la calle muy preocupada", explica José Luis, "y de pronto encuentran un personaje extraño que les saca una sonrisa".
Durante el recorrido, el entusiasmo de los niños va en crescendo, tanto que al llegar al luchador que representa Rubén Dario ya han pasado la barrera de la realidad: "¿De dónde venís?", les pregunta. "¡Del futuro!", responde uno de los chicos completamente metido en la historia. Y el futuro se traduce en el pasado: el druida se asusta de los ataúdes de metal (los coches); el caballero se bate con un caballo de cuatro ruedas (una furgoneta); y la pitonisa se agita en el templo (San Juan del Hospital). "¡Me siento como un dibujo animado!", exclama uno de los críos.
La idea de animar con actores el patrimonio histórico es nueva en Valencia pero ya se conoce en otros lugares. Williamsburg, un pueblo de Virginia en los Estados Unidos, es un museo viviente donde sus habitantes se visten de época de forma cotidiana. Los turistas americanos, celosos de su corta historia, se vuelven locos cuando les atiende en la pandería una moza armada de corsé y miriñaque o al esperar en la cola del cajero automático junto a un paisano con medias, polaina y sombrero.
Vivir de los cuentos parece, cuanto menos, una forma divertida de ganarse la vida.
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