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PROCESO DE PAZ EN ORIENTE

Hamás, dispuesto a decretar un alto el fuego si Israel se retira de los territorios ocupados

El movimiento integrista palestino Hamás está dispuesto a decretar un alto el fuego si Israel se retira de los territorios ocupados de Cisjordania, Gaza y Jerusalén este. El mensaje esperanzador, efectuado ayer desde Gaza por el máximo responsable religioso de la organización, el jeque fundamentalista Ahmed Yasin, supone un respaldo inesperado y claro de los radicales palestinos a favor del proceso de paz y de las negociaciones que se están llevando a término en Camp David. Pese a su maximalismo, el mensaje supone un importante cambio de actitud por parte del movimiento radical.

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"Proponemos una suspensión de la lucha armada por un periodo limitado, y no sin fin. El islam nos lo autoriza. Aunque ello no supondrá una reconciliación eterna con Israel", anunció el anciano Yasin desde su domicilio de Gaza, al tiempo que condicionaba esta tregua "a la retirada de los israelíes de todos los territorios de Cisjordania y Gaza, al desmantelamiento de las colonias judías, al retorno de los refugiados, a la proclamación del Estado de Palestina, con Jerusalén este como capital".El mensaje del jeque Yasin, aun conteniendo planteamientos maximalistas y de difícil cumplimiento por parte de Israel, entrevé un cambio de actitud por parte del movimiento radical, que hasta ahora venía oponiéndose a cualquier tipo de negociación con el Gobierno hebreo y había pedido insistentemente a Yasir Arafat que abandonara las conversaciones de paz de Camp David y se reuniera con ellos en la trinchera para reemprender la lucha armada contra el Ejército hebreo.

Horas antes de que el jeque Yasin ofreciera su mano tendida a Israel, un grupo de cerca de un millar de islamistas fundamentalistas vinculados al aparato militar de Hamás había desfilado por las calles de Gaza reclamando el fin de las conversaciones al grito de "nosotros no tenemos necesidad de negociaciones", mientras Abdel Aziz Rantissi, uno de los dirigentes más extremistas invitaba a los manifestantes a liberar "Jerusalén, las colonias, pero, en primer lugar, el asentamiento de Tel Aviv".

La propuesta de la dirección religiosa de Hamás coincide en el fondo con la actitud oficial que el movimiento radical ha venido manteniendo en los últimos meses: ha dejado de perpetrar ataques y atentados contra Israel y se ha dedicado preferentemente a movilizar pacíficamente a la comunidad palestina con manifestaciones en todos los ámbitos de la vida social.

La estrategia que parece querer adoptar Hamás es similar a la emprendida por el Hezbolá libanés en las semanas que precedieron a la retirada de las tropas hebreas del sur del país, cuando se apercibió de que la lucha armada sólo podría triunfar si iba acompañada de una insistente movilización popular pacífica contra las posiciones del Ejército israelí y las zonas que éste ocupaba.

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El respaldo de Hamás a la negociación de Camp David se produce en la recta final de las conversaciones y mientras se multiplican y se radicalizan aún más los mensajes de las organizaciones extremistas israelíes tratando de torpedear el proceso de paz y la vía emprendida por el primer ministro israelí, Ehud Barak.

Ayer, desde el frente de los violentos israelíes, un grupo de rabinos hacía público un comunicado en el que se decretaba como ilegal la oferta del Gobierno de Barak a Yasir Arafat según la cual permitiría dejar ondear la bandera palestina en la explanada de las mezquitas, en el epicentro de la ciudad antigua, un lugar santo del islam reivindicado también por los extremistas religiosos judíos, dentro de una propuesta destinada a compartir la administración de Jerusalén.

Pero la amenaza más inquietante de los radicales sionistas fue desvelada ayer por los servicios secretos -Sin Beth- al asegurar que diversos grupos extremistas hebreos estaban proyectando asesinar al primer ministro Ehud Barak si la cumbre de Camp David finalizaba con un acuerdo. Dalia Itzik, la ministra de Medio Ambiente del Gobierno de Barak, reconoció que, en una reunión del Gobierno presidida por el ministro de Exteriores, David Levy, un miembro de los servicios de seguridad les informó de que grupos de extrema derecha israelíes preparaban atentados tanto contra Barak como contra el líder palestino, Yasir Arafat.

La operación tiene sus antecedentes en el atentado mortal del primer ministro Isaac Rabin en noviembre de 1994, perpetrado poco después de la firma de los acuerdos de Oslo, o en el asesinato del presidente egipcio Anuar el Sadat en 1981, tres años después de haber firmado el primer acuerdo de paz de un país árabe con Israel.

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