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Reportaje:

Putin debuta con fuerza en el club de los grandes

Los veteranos líderes de las potencias se deshacen en elogios al presidente ruso y Schröder lo califica de "brillante"

Vladímir Putin ha entrado con fuerza en el club de los grandes. El nuevo presidente ruso recibió elogios de todos sus homólogos, pero en especial de su hasta ahora enemigo Jacques Chirac. El presidente ruso dijo ayer al término de la cumbre del G-8 que ha aceptado la invitación del jefe del Estado francés para visitar París el próximo octubre. El líder del Kremlin excluyó a Francia de la gira que realizó por Europa esta privamera, debido a la postura crítica del Gobierno francés sobre la guerra de ChecheniaEl G-8 no sólo no ha hecho ni una sola mención a la crisis chechena, sino que ha recogido la "preocupación internacional por la amenaza terrorista que emana del territorio afgano bajo control de los talibán". Ayer, en rueda de prensa, Putin no aludió al problema de Chechenia, pero dijo que "está cada vez más claro que tiene su centro en Afganistán" y que "la única solución es la cooperación internacional".

"Ha sido bien recibido y nos ha explicado el programa de reformas económicas. Le hemos expresado nuestro deseo de ayudar al éxito de las mismas y a crear una Rusia democrática y moderna", declaró Chirac en conferencia de prensa, convertido en portavoz oficioso de los demás representantes del club de los ricos.

Putin se deshizo ayer en elogios, mezclados con un tinte de ironía, sobre el presidente francés: "Es uno de los líderes más reputados y expertos en las cuestiones mundiales. Me han impresionado muchos de sus comentarios, especialmente sobre las artes marciales japonesas y el sumo. Hemos tenido un buen diálogo. Le he regalado un libro sobre el Kremlin, porque Francia no debe olvidar lo que es el Kremlin".

Sus homólogos quedaron muy impresionados por las explicaciones sobre su reciente viaje a Corea del Norte, que ha ocupado buena parte de la conversación de estos tres días. Para el canciller alemán, Gerhard Schröder, fue "brillante". Bill Clinton prestó gran interés cuando le comunicó la propuesta norcoreana de frenar su programa de misiles a cambio de ayuda para la exploración del espacio con fines pacíficos. También el primer ministro canadiense, Jean Chrétien, quedó "muy impresionado por su análisis". Atrás han quedado los gazapos y farfullas de Borís Yeltsin.

Por su parte, el primer ministro británico, Tony Blair, aseguró al final de la reunión que el hombre fuerte del Kremlin ha tenido un excelente comienzo en las relaciones internacionales con la cumbre del G-8, en la cual "describió muy bien lo que sucede en Rusia, explicando los cambios en curso". Para Blair, existe un "alto grado de convergencia" para la colaboración de Rusia con el G-7 (los siete países más ricos del planeta) en la ayuda a las regiones más pobres, especialmente en África.

Putin manifestó en Japón que ni busca prestigio ni es su intención monopolizar el caso de Corea del Norte: "Somos vecinos y deseamos tener buenas relaciones con ellos. Está en nuestro interés, pero también en el de todos". Sobre el líder norcoreano, Kim Jong Il, afirmó: "Es un hombre capaz de escuchar y de reaccionar adecuadamente". "Es importante que el mundo escuche también cuáles son los intereses nacionales" del país más hermético del mundo. Moscú ha prometido a Pyongyang, la capital norcoreana, reanudar la ayuda económica, congelada a principios de la década de los noventa tras el establecimiento de relaciones diplomáticas con Corea del Sur y la desaparición de la Unión Soviética.

Clinton y Putin acordaron en la cumbre del G-8 "poder discrepar" entre las dos grandes potenciales nucleares. En el encuentro bilateral que tuvieron el primer día, anunciaron colaborar más contra la proliferación de misiles y de tecnología balística.

Nada se dijo oficialmente sobre el programa de guerra de las galaxias que ha perfilado el Pentágono y que ha causado una fuerte protesta de Rusia y de China, así como de muchos países europeos, especialmente Francia y Alemania.

El líder del Kremlin insinuó ayer que Clinton podría aplazar la aprobación del escudo antimisiles contra los llamados países delincuentes (Corea del Norte, Irán e Irak) una vez que el Pentágono le presente un informe sobre la viabilidad del programa, cuyos ensayos han fracasado hasta ahora. Putin declaró haber percibido "mayor comprensión" de sus homólogos del G-8 hacia los argumentos rusos sobre el riesgo que comporta el plan.

Pero Putin no sólo brilló en cuestiones de equilibrio diplomático; también se mostró como un voluntarioso deportista y aprovechó un momento libre, tras las agotadoras sesiones en los tres días que ha durado la reunión del G-8, para practicar uno de los deportes que más le apasionan: el yudo. Putin llegó a un centro deportivo local, se descalzó, se quitó la chaqueta y, a sus 47 años, combatió con un joven yudoka japonés de cráneo rapado al que derribó -aunque después fuera él el que sufrió un revolcón-; no en vano, el presidente ruso es cinturón negro en este arte marcial.

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