Pujol votó sin DNI y Samaranch felicitó al presidente
A paso ligero, casi corriendo por los intestinos del Miniestadi, seguido de sus colaboradores y de los miembros de la candidatura de Gaspart y Bassat. Eran las 17 horas y Jordi Pujol, presidente de la Generalitat, se fue a la mesa 4, una de ésas que por su antigüedad dan pedigrí, y se quedó helado. Mostró su carnet del Barça y acto seguido el presidente de la mesa le pidió algo más. "¿Y el DNI?", le reclamó. "No lo llevo, replicó Pujol palpándose la americana. "Pues no puede votar", le advirtió el cargo electoral aplicando el mismo requisito -no todos sus colegas lo hicieron- que exigió a los otros socios. Quizá extremó las medidas, pero la presentación de los dos documentos ha sido el auténtico caballo de batalla de Bassat y de la oposición histórica al nuñismo para evitar posibles manipulaciones del censo y que nadie pudiera votar haciéndose pasar por otro. El presidente de la mesa buscó con su mirada la complicidad de sus compañeros y en ese momento, Pujol, rápido de reflejos, metió su papeleta en la urna, dio la mano y se fue. No sin antes saludar a Bassat -"Buena suerte"- y toparse con Gaspart.Pujol, que demostró no estar muy al corriente del conflicto del censo, se fue sin hacer declaraciones y sin revelar el sentido de su voto pese a que en los últimos tiempos ha mantenido una distancia glacial con Núñez. Más locuaz fue Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional, que llegó muy pronto con los dos carnets y glosó la figura de Núñez comparándola a la suya: "Se acaba una etapa. Ha estado 22 años, igual que yo, que dejaré el COI el año que viene y llevo ya 21".
El censo -la joya de corona como la llaman algunos- eclipsó a casi todos. Fue, como en todas las elecciones del Barça, la estrella de la jornada. La lista reveló otra vez que está desfasada. Fue el caso, por ejemplo, de un joven que votó con el DNI y tras colocar la papeleta en la urna confesó ante la mesa: "Me di de baja hace un año". Un notario de la lista dio fe del hecho. O como el caso de August Bou Boyé, de 86 años, que mantiene el número de socio 41 desde hace tres años, cuando lo normal es que hubiera descendido ya algún número. O como una socia a quien no se le permitió votar porque figuraba en el censo como nacida en 1998. Josep Maria Antràs, portavoz de la junta, le animó a quejarse hoy.
No fueron los únicos incidentes. El directivo Josep Maria Pagès se paseó por el Miniestadi luciendo pegatinas de Gaspart. Peor lo pasó Joan Castells, que envió un telegrama en jornada de reflexión a una socia: "Gracias por tu apoyo. Ahora hay que votar a Gaspart porque todos juntos haremos más fuerza". Castells dijo que envió los telegramas el viernes y no el sábado y que, si acaso, sería culpa de Correos.
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