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FERIA DE VALENCIA

Caballazos

Las amantes de las mal llamadas corridas de rejones estárán contentos con su profusión, pero los no amantes, aficionados ciertos a la fiesta de los toros, empiezan a estar hartos de tanto caballazo. Ya no hay feria sin la mal llamada corrida de rejones, y hasta pueden meter dos, incluso tres, como acaba de suceder en Madrid.La solución estaría en no ir. Lo dicen las empresas: aquí no se obliga a nadie; si no le gusta, no vaya. Sin embargo meten en los abonos las mal llamadas corridas de rejones, el abonado ha de comprar las correspondientes entradas o se queda sin él, y si se le plantea el dilema de acudir a la plaza o regalar el boleto, ese es su problema.

Algún aficionado resuelve acudir a la mal llamada corrida de rejones y se encuentra allí como gallina en corral ajeno, náufrago en el proceloso océano del apabullante triunfalismo, sujeto incomprendido de toda la masa circundante.

Bohórquez / Cuatro rejoneadores

Toros descaradamente desmochados para rejoneo de Fermín Bohórquez, terciados, dieron encastado juego.Fermín Bohórquez: rejón bajo (vuelta). Pablo Hermoso de Mendoza: rejón bajo (oreja). Martín González Porras: pinchazo muy trasero bajo y rueda de peones (vuelta). Andy Cartagena: pinchazo, rejón trasero bajo, rueda de peones y, pie a tierra, descabello (escasa petición y vuelta). Por colleras.- Bohórquez-Hermoso: pinchazo trasero y otro descordando (silencio). González-Cartagena: dos pasadas sin clavar y rejón trasero bajo (oreja). Plaza de Valencia, 22 de julio. 8ª y última corrida de feria. Tres cuartos de entrada.

Pues resulta que los amantes de las mal llamadas corridas de rejones, salvo uno o dos que los fines de semana van al picadero u otros tantos que de niños montaron poney o son sobrinos de un cabo de la guardia real, del asunto de los rejones y sus corridas no tienen ni la más repajolera idea.

No tienen ni repajolera idea del toro, del caballo, del caballista, del toreo ecuestre que entre los tres suscitan, y además todo eso les trae absolutamente sin cuidado. Y lo que les gusta y divierte son los caballazos en sus distintas versiones: las grandes galopadas, más aún aquellas en las que el toro derrota cerca de la grupa y les da pie para gritar ¡huy!, los caballos puestos aparatosamente de manos o rendidos de rodillas, o saludando con la manita...

Martín González Porras y Andy Cartagena prodigaban estas caballadas suscitando fenomenal algarabía en el público amante de las mal llamadas corridas de rejones, y aún lo enardecían más galopando frenéticos hacia la barrera y pegando sombrerazos al llegar mientras le gritaban al tendido la frase emblemática de la apoteosis en las mal llamadas corridas de rejones: "¡Toma ya!".

¡Toma ya! (dicho "¡Toma cha!") es de seguro efecto. Lo exclaman todos, igual los rejoneadores mencionados y demás integrantes de la caballería tremendista, que los de escuela ortodoxa allí presentes: Fermín Bohórquez y Pablo Hermoso de Mendoza.

Fermín Bohórquez rejoneó sereno, templado, embarcando a las res que abrió plaza con torería y reuniendo al estribo las banderillas que prendió. Y, sin embargo, no conmovió a los amantes de las mal llamadas corridas de rejones que, puestos a elegir, hubiesen preferido menos exquisiteces y mayores bríos.

Pablo Hermoso de Mendoza les satisfizo cumplidamente pues supo combinar ambas propuestas. Dio incontables vueltas a su primer toro de salida, sin duda para encelarlo, y el toro -que desbordaba casta- lo estuvo después persiguiendo codicioso durante buen rato, de manera que los amantes tuvieron ocasión de contemplar emocionados mútliples galopadas. La verdad es que Hermoso no conseguía quitarse de encima al bravo toro, pero los amantes ni debieron percibirlo y la gozaban gritando "¡Huy!" cada vez que los derrotes del toro le estremecían al caballo el anca.

Sacó luego a Cagancho y vinieron las acostumbradas pasadas, los templados embarques cabalgando a dos pistas... Estuvo muy bien aunque sin la espectacularidad, la brillantez y la torería de otras veces. No pasa nada: nadie tiene la obligación de ser el Cid Campeador todos los dias. Claro que, si vale el aserto, tener que ver en todas las mal llamadas corridas de rejones las pasadas y las cabalgadas a dos pitas puede acabar dando por saco. Dicho sea sin ánimo de ofender.

Ya puede imaginarse que estas tímidas reflexiones acerca de las mal llamadas corridas de rejones no son por animadversión ni al caballo ni a la caballería. Antes al contrario uno mantiene en la categoría de lo memorable la actuación del picador Efrén Acosta en la corrida de los victorinos el pasado viernes; el puyazo sensacional que le cobró al cuarto toro de la tarde, convirtiéndolo en uno de los lances más toreros de la temporada. Y fue a caballo, ya ves. A caballo bien montado. Sin necesidad de pegar caballazos ni nada.

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